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De llorar a producir pañuelos

Sin perder la objetividad y realismo en los datos del país, tampoco podemos seguir animando la desesperanza...

31 de enero de 2025 Por: José Manuel Restrepo Abondano
José Manuel Restrepo Abondano.
José Manuel Restrepo Abondano. | Foto: José Manuel Restrepo Abondano.

Fácil sería dedicar esta columna a mostrar las debilidades de nuestra economía y la errática forma como se conduce la política pública. Pero escuchando el reciente llamado del Papa Francisco, “hago un llamado a (contar) historias de esperanza #hopetelling… (así sean) migajas ocultas”, sugiero un camino distinto.

Sin perder la objetividad y realismo en los datos del país, tampoco podemos seguir animando la desesperanza, que muchos actores en la sociedad ven con preocupación y que al final no estoy convencido sea el camino para ir hacia adelante. Genuinamente creo en construir sobre lo construido y siempre hay elementos de verdad, aún en la gestión de quienes piensan diferente.

Si todo está perdido, terminamos es ‘llorando’ y no ‘produciendo pañuelos’. Tirar la toalla en un país con tanto potencial es un desperdicio y no habla de nuestro liderazgo colectivo. ¿Cómo no reconocer nuestro potencial en biodiversidad, el ser un país de regiones, tanto sector productivo con infinita posibilidad de crecer y el mejor talento emprendedor de Latinoamérica?

Ser profesor me da la posibilidad de ver que los jóvenes con los que interactúo, lo único que no quieren perder es la esperanza y que están abiertos a construir, eso sí, siempre y cuando dejemos la camorra y diferencias entre nosotros y seamos capaces de tender puentes aún con distintos.

Es verdad que en 2025 las cifras de crecimiento, inflación, empleo y eventualmente pobreza serán mejores que las de años anteriores. Es verdad también que son malas en función de lo que pasa en otros países de América Latina y pobres si queremos un país que se apueste en grande y a futuro.

Y es cierto también que el país está incubando en este gobierno problemas de mediano plazo muy delicados. Los temas de energía, seguridad física, paz, de manejo de las finanzas públicas e incluso asuntos sociales como la informalidad, la vivienda o la salud, van mal.

Y es cierto también que hoy hay una mayor conciencia del valor de la libertad, de proteger las instituciones, de defender la democracia y de los deberes que tenemos como ciudadanos.

Mi mirada hoy es que con todos los avances, daños y dificultades que tenemos, hay cómo construir un futuro, pero depende de nuestras propias ganas y esfuerzo.

Colombia tiene futuro y lo tendrá más si en 2026 logramos escenarios en los que prime la libertad, recuperemos el valor del sector empresarial (micro, pequeños, medianos y grandes), defendamos las instituciones incluidos los medios de comunicación, construyamos con integridad, apostemos más allá de cuatro años en una gran concertación de ideas divergentes, construyamos acciones en defensa de los valores y de la familia, aprovechemos de mejor manera recursos que tenemos en tierras, capital físico y financiero y capacidad emprendedora.

La pregunta entonces es si vamos a seguir en este año llorando sobre la leche derramada, o pasamos a iniciativas innovadoras, desafiantes y sensatas, que enamoren a más de uno a trabajar en ellas.

Usted escoge, yo por mi parte me dedicaré a promover y proponer caminos que mejoren la vida y bienestar de la gente, en lugar de estar conectado a la insensata y lunática expresión del tweet del día. De quienquiera.

* Rector Universidad EIA

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