De pagar balcón

El comienzo del gobierno de Trump, en este segundo período, puede ser, como se dice coloquialmente, ‘de pagar balcón’. Un personaje con ese ego, con un partido republicano a sus pies, con mayoría en las dos cámaras y con una Corte con mayoría afín a sus posiciones, sería de por sí un escenario inquietante no solo para los Estados Unidos, sino para el mundo en su conjunto.

Muy interesante, eso sí, como proceso político y geopolítico. El ‘agente del caos’, como llaman a Trump algunos analistas, haciendo gala de su impredecibilidad está llenando el gobierno de personas que, antes que conocimiento de sus temas, lo que han demostrado es una entrega y una lealtad absoluta a él como persona, antes que al partido que representa o a la ideología, si es que la hay, que pudiera tener. Lo anterior genera, sin duda, muchas inquietudes.

Como si eso fuera poco hay algo que la revista The Economist, en su último número, describe muy bien y es el ‘choque de culturas’ que puede presentarse al interior de su gobierno, con la apertura que ha hecho a muchos líderes de las empresas tecnológicas, los llamados ‘Tecno Trump’, empezando, por el difícil de catalogar, Elon Musk.

Su caso en particular daría para muchas elucubraciones, pero es más que eso, se trata de las diferencias tan profundas que pueden llegar a tener con los seguidores tradicionales de Trump que defienden el proteccionismo, América Primero, anti inmigración radical etc. y, en resumen, aquello que representa lo que hoy se denomina el Maga (Make America Great Again) o ‘America First’. Eso es bien distinto de lo que piensan los líderes de las tecnológicas que empiezan a aparecer en distintos espacios de la nueva administración.

Los exponentes de Maga quisieran un país fuerte en las industrias tradicionales, trabajos estables y bien remunerados, que fortalezcan esas comunidades que caracterizaron a buena parte de ese país y que den prioridad a lo hecho en Estados Unidos.

Pues bien, esa no es la mirada de los ‘Tecno Trump’, que buscan la disrupción, que tienen sus objetivos de mercado a nivel global y que son más conscientes que nadie que la reindustrialización tradicional es una mirada obsoleta a la economía de hoy y que lo que se requiere es más tecnología, más economía de servicios y menos regulaciones (en lo que se identifican con los de Maga).

El caso reciente con las visas H-1B para trabajadores calificados es solo una muestra de este choque de culturas. Musk y todos sus compañeros han sido muy claros en la necesidad de contar con el mejor talento y una disciplina de trabajo que es hoy insuficiente en el país y apoyan, con fuerza, su existencia. Los seguidores más tradicionales de Trump se han opuesto fuertemente. En este caso, Trump apoyó la necesidad de contar con este tipo de profesionales.

¿Cuántas diferencias se van a presentar y cómo logrará Trump sortear los conflictos teniendo en cuenta su manera de ser? Esto es todo un acertijo y otra fuente de gran incertidumbre para el mundo.