Columnistas
Del ‘Titán’ al ‘Adriana’
Dentro de muy poco, ‘Titán’ será cine. Quién sabe si con la dirección de Cameron. En cambio, el ‘Adriana’ no pasará de ser una cifra en la larga lista de pateras que no llegan a puerto
Aparte de hacer eco al lamento general, casi no hay nada que agregar a la tragedia del submarino ‘Titán’.
Pocos hechos como este, con cinco compañeros de aventura muertos, han concitado tanta atención de millones de personas en el mundo entero.
Fue una serie de suspenso en vivo la que seguimos desde que se perdió toda comunicación con la pequeña y estrecha cápsula, tras querer ir, una vez más, a asomarse a los restos del ‘Titanic’, aquel hermano mayor de tragedia.
Pocos hechos se convierten en tan poco tiempo en tendencia mundial. En realidad, los medios de comunicación no hicieron cosa diferente a prestar atención a lo que podía ser un rescate y, a la vez, un milagro.
Y, sobre todo, una mayúscula operación por intentarlo. Estados Unidos, Canadá y Francia, entre otros. En el intento, esos países desplegaron fuerzas especializadas y recursos tecnológicos de última generación.
Quizás por el significado del ‘Titán’ mismo, una especie de amuleto del atrevimiento y de la ausencia de miedo. Aunque también, por el perfil de los infortunados protagonistas de esta historia, mezcla de osadía y de “codicia”, como lo dijo James Cameron, director de ‘Titanic’, la premiada cinta.
En definitiva, el ‘Titán’ alcanzó el grado de relevancia que acabamos de comprobar. Solo, porque quienes lo habitaban a la hora de su implosión era gente famosa, rica y poderosa.
Pero, y ahí está el gran pero de esta historia, ojalá la misma preocupación que durante sus angustiosas horas mereció el ‘Titán’ hubiese sido la que despertara el pesquero ‘Adriana’.
‘Adriana’ no pasará a la historia porque las casi 750 personas que iban a bordo no existían antes de su naufragio hace apenas dos semanas. Y menos van a existir ahora cuando hay apenas 104 sobrevivientes. De los demás, solo se sabe de 82 cuerpos sin vida rescatados. Mientras los 400 y pico restantes siguen desaparecidos.
Ocurrió en la fosa de Calypso, uno de los lugares más profundos del Mar Mediterráneo. Allí fueron a parar ellos y sus sueños. Esas ilusiones que querían alcanzar a punta de sacarle brillo al culo a Europa, como dice una canción de Milanés y Sabina.
Eran, dicen los escuetos artículos de prensa: sirios, afganos, paquistaníes, egipcios y palestinos. “Escoria pura”, alegará la extrema derecha, henchida de xenofobia y racismo, a la par que ondea banderas en el propósito de mandar en España, Alemania, Francia, como ya lo ha hecho en Italia y en Estados Unidos.
Los pasajeros del ‘Adriana’ tuvieron, tras zarpar de Tobruk, ciudad libia, el 5 de junio, cinco días de agonía, con hambre y sed como compañeros de viaje. A los ojos de todos y sin que nadie hiciera nada para ayudarles.
Cuando el pesquero se fue a pique, todos cayeron al mar. Quienes iban en la bodega, madres y niños pequeños, no tuvieron mínima posibilidad de escapar a la muerte.
Dentro de muy poco, ‘Titán’ será cine. Quién sabe si con la dirección de Cameron. En cambio, el ‘Adriana’ no pasará de ser una cifra en la larga lista de pateras que no llegan a puerto mientras desafían todos los peligros.
Naves con sus cargamentos de NN, condenados todos al trágico destino de la muerte o, en el mejor de los casos, a la esclavitud moderna. Y a lo único que tienen seguro, el olvido.
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