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Luis Fernando Pérez, columnista. | Foto: El País

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Democracia imperfecta

La libertad de prensa es otra piedra angular, y los medios de comunicación libres son un contrapoder guardián de la sociedad. Su respeto es fundamental.

8 de septiembre de 2024 Por: Luis Fernando Pérez

Que no quepa duda que nuestra democracia está en construcción, lejos de ser perfecta. Pero acaso, ¿no todas las naciones estamos en ese camino de evolución? Algunas han hecho mejor trabajo en la cobertura de servicios sociales; otras en defender las libertades individuales de sus ciudadanos y otras lamentablemente se han quedado rezagadas en modelos anacrónicos de desarrollo. Pero todas, sin lugar a dudas, son naciones donde su democracia seguirá evolucionando.

En ese sentido, ¿será que la nuestra es una Democracia Imperfecta y debemos votarla a la basura? O, por el contrario, decidimos defenderla con arrojo, valentía y sobre todo, sin pedir disculpas por sus avances, como lo ha dicho Luis Alberto Moreno, expresidente del BID. Esta democracia imperfecta y su modelo de desarrollo, a pesar de no generar la equidad que todos desearíamos, ha sido una fuente de prosperidad para nuestro país en los últimos 20 años. Especialmente en comparación con nuestro vecindario Latinoamericano.

Estamos viviendo un clima político y social agitado en la región que subraya la importancia de los principios democráticos en nuestra sociedad. En tiempos de alta incertidumbre, defender nuestra democracia y su modelo de desarrollo nunca ha sido tan crucial.

Robert Dahl hablaba de libertades esenciales en una democracia sana y quisiera comentar sobre algunas de ellas. La libertad de expresión es el corazón de cualquier democracia vibrante para debatir sin temor a represalias o encarcelamientos. Proteger este principio con firmeza es fundamental para mantener un diálogo abierto que nos permita avanzar hacia la sociedad que anhelamos. La libertad de prensa es otra piedra angular, y los medios de comunicación libres son un contrapoder guardián de la sociedad. Su respeto es fundamental.

La libertad de asociación permite a las personas agruparse, fortaleciendo la participación ciudadana para la toma de decisiones. El derecho a participar políticamente, a elegir y ser elegido no debe ser tomado a la ligera, y debe partir de un ejercicio juicioso y consiente de cada ciudadano sobre el futuro de su país.

Finalmente, la libertad de acción económica y de empresa es crucial para el desarrollo y la innovación. La capacidad de emprender y operar negocios sin obstáculos fomenta la creación de empleos y una mejor calidad de vida. Sin embargo, en medio de una creciente incertidumbre, debemos asegurarnos de que estas libertades se preserven y se promuevan, para que nuestro tejido empresarial siga siendo dinámico y competitivo.

La situación de la región, donde algunas de estas libertades ya parecen un lujo, nos recuerda la importancia de proteger nuestras propias libertades y principios democráticos. Aunque la democracia colombiana no es perfecta y enfrenta numerosos desafíos, es nuestra responsabilidad como ciudadanos y líderes, cuidar estos principios que nos dan la base para construir un futuro mejor.

América Latina vivió años aciagos en su década pérdida, y algunos países lo sufrieron casi dos décadas después. Es nuestra responsabilidad recordar cuánto hemos avanzado, y cuánto tenemos por recorrer. Y en ese camino defender la democracia sin disculpas por los resultados obtenidos, pero con la convicción de que el camino por delante todavía está lejos de haberse terminado, y los más vulnerables o excluidos demandan mucho más. Esa es la tarea de una democracia imperfecta pero en evolución: luchar por el cierre de brechas de desigualdad; sin necesidad de patear el tablero y volver a empezar.

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