Columnistas
Discusiones académicas
Mi sugerencia respetuosa es que todas esas discusiones académicas, filosóficas, ideológicas, poéticas o románticas, se realicen en escenarios de esas características y que no se confundan con posiciones de gobierno.
En el ejercicio de lo público hay distintos tipos y niveles de expresiones. Unas pueden ser propuestas de regulaciones, otras pueden ser reflexiones de impacto, otras pueden ser justificaciones a políticas, algunas más son expresiones de activismo, otras pueden ser posiciones ideológicas, políticas o filosóficas, y aparecen también debates académicos sobre temas de política pública, entre otras. Sin embargo, el ámbito de cada una debe ser perfectamente delimitado, y mucho más cuando se trata de asuntos económicos, que pueden tener hondas repercusiones en el futuro de país.
Lo anterior lo señalo por cuanto recientemente tuvimos dos ‘reflexiones filosóficas’ sobre nada más ni menos que modificar la regla fiscal y cambiar las funciones del banco central. Estas se suman a anteriores reflexiones filosóficas sobre cómo avanzar en el país con la ‘teoría del decrecimiento’, otra sobre la necesidad de acelerar la transición energética y una reciente sobre cómo “expandir el virus de la vida por las estrellas del universo”.
Mi sugerencia respetuosa es que todas esas discusiones académicas, filosóficas, ideológicas, poéticas o románticas, se realicen en escenarios de esas características y que no se confundan con posiciones de gobierno. Para ilustrar el porqué, particularmente y por espacio, concentrémonos en las dos primeras.
Flexibilizar la regla fiscal o modificar las funciones del Banco Central, plantean debates de fondo. Relajar la regla fiscal, excluyendo los gastos ‘verdes’ del déficit, ampliar el gasto público, y por ende vuelve insostenible el déficit y la deuda a corto, mediano y largo plazo. Modificar las funciones del Banco Central para incorporarle roles en el crecimiento y el empleo, desconoce la sentencia C-481 de 1999 de la Corte Constitucional, que le asigna ya el rol prioritario al Banco Central de preservar la capacidad adquisitiva y buscar coordinación con el gobierno en el resto de políticas y puede generar colisión de competencias en política macroeconómica.
Pero ambas propuestas tienen severos impactos de adoptarse. La de regla fiscal envía señales equivocadas a inversionistas y calificadoras de riesgo, afecta negativamente tasa de cambio y la prima de riesgo país, y haría más costoso el financiamiento público, dejando menos espacio para la inversión que es lo que se buscaba. Por su lado, modificar las funciones del Banco Central, lleva a que se pierda la autonomía de la banca central en política monetaria, y eventualmente a un crecimiento no sostenible en el mediano plazo.
Sin embargo, la lección más importante es que no se confundan los espacios. Si se quiere dar un debate académico o filosófico que se haga en las universidades o centros de pensamiento, sin sesgos y abriendo el debate a los distintos. Incluso como hacen algunos países creando una figura de ‘libros blancos’ para la discusión, y que de allí se lleguen a propuestas y regulaciones concretas para su implementación, y solo allí llevarlas al debate público.
Enviar ‘globos académicos’ sin sustento y sin evaluaciones previas y serias o sin borradores de regulación, es un riesgo grande en los mercados. Recordemos que los mercados actúan con los rumores y a los hechos ya llegan ajustados. Es peligroso usar el atril de un hacedor de política pública para lanzar globos al aire.
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