Columnistas
¿Dónde está la fiscal Luz Adriana Camargo?
Pero el ejercicio de poder es la prueba de fuego de los seres humanos y en el caso de la justicia, el tránsito de investigador a ejecutor, tomador de decisiones es su rasero.
Fue mucha la expectativa que se creó en torno a la terna de tres mujeres que postuló el Presidente para asumir la Fiscalía, una de las cabezas de la justicia en Colombia. Experiencia, pero sobre todo temple y decisión, fueron los rasgos que mostraron por sus antecedentes profesionales las tres candidatas. Una de las perdedoras, Ángela María Buitrago, es ahora la Ministra de Justicia a la que no se la ha escuchado mayor cosa.
Luz Adriana Camargo fue la última en llegar a la terna y a sus credenciales de 35 años en la Rama Judicial les dio especial brillo de cara al Presidente, su cercanía con el ministro de Defensa Iván Velásquez, quienes compartieron como magistrados auxiliares en la Corte Suprema de Justicia, durante la cruzada contra la parapolítica de la que Gustavo Petro fue protagonista desde el congreso. Una causa que además creó el estrecho lazo que existe entre Velásquez y Petro, quien desde la Cámara de Representantes potenció las investigaciones lideradas en la Corte que llevaron a la condena de 50 congresistas por sus vínculos con los grupos paramilitares, socios en el ejercicio electoral.
Tal era la confianza del entonces magistrado Velásquez con ella, que cuando este fue escogido por Naciones Unidas para liderar la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) invitó a Camargo a acompañarlo como jefa de Investigación y Litigio en Guatemala. La investigación por corrupción con sus respectivos señalamientos judiciales por parte de la CICIG precipitó la renuncia del presidente Otto Pérez Molina y fue un material probatorio clave para que la Fiscalía de Guatemala emitiera una orden de captura que terminó en una condena de 16 años de cárcel. Una batalla contra la impunidad que desencadenó un proceso de depuración del sistema político guatemalteco.
Pero el ejercicio de poder es la prueba de fuego de los seres humanos y en el caso de la justicia, el tránsito de investigador a ejecutor, tomador de decisiones es su rasero. Y en esas está la fiscal Luz Adriana Camargo, quien el 22 de septiembre cumple 6 meses en el cargo dedicando tiempo a cambios en la estructura, integrado nuevos funcionarios y cambiando roles en la Fiscalía.
El gran desafío que tiene por delante es el de mostrar su independencia frente a su nominador, el Presidente de la República, algo que siempre ha brillado por su ausencia y que en el caso de su antecesor Francisco Barbosa fue imperioso su compromiso con el Presidente Duque, su condiscípulo de universidad, quien le apostó a su nombre más por confianza y quien terminó cediéndole poder a la vicefiscal Martha Mancera, cuya huella buscan borrar de la institución.
Tres temas gruesos rondan al Presidente: la red de corrupción de la Unidad de Gestión del Riesgo, que según el juez 35 que mandó a la cárcel a los principales protagonistas, la cocinada del pastel se hizo en la Casa de Nariño e involucra al alto gobierno; el de Laura Sarabia, el polígrafo y el jefe de seguridad el coronel Feria, y la violación del tope en la financiación de la campaña que supera los $ 5 mil millones cuyo gerente Ricardo Roa terminará respondiendo en la Fiscalía.
Si bien la discreción y el secretismo en el ejercicio de la justicia pueden ser una virtud, esperamos que en el caso del Fiscal Camargo no sea pusilanimidad, algo que hemos visto en el pasado.
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