Columnistas
Edgar Materón
Los liberales nos unimos y nos desunimos con más frecuencia de la deseada, pero Edgar y yo siempre estuvimos en donde pudiésemos prestar un servicio al Partido.
En la última sesión de la junta directiva del Fondo Liberal del Valle, sus miembros –yo incluido- quedamos admirados de la lucidez mental, de la altura intelectual y de la memoria perfecta de Edgar Materón Salcedo, quien el pasado 14 de julio alcanzó los 96 años de edad.
Conozco a Edgar Materón desde hace 60 años, seguramente coincidimos en algún episodio de la política liberal vallecaucana, en la que ambos interveníamos. Él formaba en las filas del balcarcismo –más próximo a Marino Renjifo- y yo en la hueste del holmismo, lo que no impidió que surgiera entre ambos estrecha amistad que ha resistido el paso inclemente del tiempo.
Sin haber transitado las aulas universitarias, Edgar Materón Salcedo posee una vasta cultura adquirida en su magnífica biblioteca, que le permite ser un conversador exquisito sobre temas diversos, de historia, de economía, de música, en la que le ayuda la disposición para el canto que distingue a su familia.
Los liberales nos unimos y nos desunimos con más frecuencia de la deseada, pero Edgar y yo siempre estuvimos en donde pudiésemos prestar un servicio al Partido. Fue diputado a la Asamblea en plurales períodos y yo fui elegido al Congreso en varias legislaturas.
Edgar fue por largo tiempo gerente del Banco de Bogotá en Buga, y allí se convirtió en estrella de esa entidad, al punto de que don Jorge Mejía Salazar, presidente a la sazón del banco, lo designó Vicepresidente para la Región Occidental, que aceptó con la condición de que se le permitiera despachar en Buga, ciudad de sus hondos quereres. Tiempo después llegó a Cali con el mismo cargo.
Aquí nuestra amistad se estrechó más, pues almorzábamos frecuentemente y acudíamos todas las noches a la tertulia en el balcón de la casa de Libardo Lozano Guerrero, por quien ambos teníamos especial afecto, bien correspondido por el exgobernador.
Un buen día Edgar me propuso que fuera el abogado externo del Banco de Bogotá en Cali, y ese fue el primer paso del auge del bufete que había abierto en el Edificio Colseguros con mi socio, el excelente jurista Manuel Barragán Lozada.
Es posible que el buen resultado que di como apoderado del banco en innumerables procesos judiciales hiciera que me convirtiera en abogado de todo el sistema financiero de Cali. Tengo esa inmensa deuda de gratitud con Edgar.
Desde luego que él y yo hemos tenido desencuentros en tantos años de amistad, porque ambos tenemos temperamentos recios –yo más que él-, pero ya en la nieve de los años nuestra camaradería es la misma de siempre.
Ahora Edgar es Coordinador del Nuevo Liberalismo en el Valle del Cauca y lo veo feliz en esa posición que le dieron los hermanos Galán en reconocimiento por haber sido de los primeros seguidores de Luis Carlos Galán. El apoteósico triunfo de Carlos Fernando como alcalde de Bogotá lo tiene exultante de gozo.
Deseo fervientemente que Edgar conserve la vitalidad que hoy tiene, y que sus amigos continuemos recibiendo la sonrisa cordial y el abrazo cariñoso que siempre nos brinda. Y que ojalá los partidos políticos tuvieran líderes con ese entusiasmo, con esa rectitud y con esa perseverancia en la defensa de las ideas que considera mejores para el país.