Columnistas
El daño antropológico
Los crímenes, las exacciones, las masacres, los secuestros, los genocidios, los asesinatos han colmado nuestra capacidad de soportar...
Un intelectual cubano, no muy afecto a lo que sucede en su país y en Venezuela, puso a circular la idea de que las poblaciones de estos países han sufrido un deterioro en su conformación psíquica, en su sentido moral y en su autoestima, como resultado de los abusos de unos regímenes dictatoriales en los que la autonomía personal, la iniciativa y la libertad de expresión están sofocadas. A esta condición oprobiosa, con una clara intención de denuncia política, la llamó “daño antropológico”, una denominación que no es la más afortunada, así la realidad que hay detrás sea incontestable.
El asunto es que también podemos hablar del “daño antropológico” que hemos sufrido los habitantes de este país llamado Colombia, como consecuencia de décadas de un conflicto atroz. Los crímenes, las exacciones, las masacres, los secuestros, los genocidios, los asesinatos han colmado nuestra capacidad de soportar, han deteriorado nuestra sensibilidad y nos han llevado a niveles extremadamente primarios de percepción del mundo en que vivimos, como si descendiéramos varios peldaños en el proceso de la civilización.
Hemos banalizado el horror y la violencia. Un bárbaro despedaza a una chica DJ, la mete en una bolsa y la arroja en el basurero de un parque. Poco después, el asesinato de una célebre patinadora nos hace olvidar el crimen anterior, porque esta clase de hechos se han vuelto parte de nuestra cotidianidad. Ya nada nos importa, ya nada nos indigna, el grado de insensibilidad al que hemos llegado es de inmensas proporciones. Nuestra capacidad de ‘conectar y desconectar selectivamente nuestros principios morales’ es proverbial.
El odio y la desconfianza se han entronizado en nuestros vínculos sociales, como podemos observar en la polarización en la que nos encontramos. No hay reato para calificar a cualquier persona de asesino sin tener pruebas. El otro -el prójimo, el vecino- se ha convertido en una amenaza, en un ‘enemigo interno’. El grado de ‘deshumanización’ ha llegado a niveles extremos. La víctima ya no es un ser concreto, detrás del cual hay una trayectoria personal, un nombre y una familia, sino una categoría abstracta carente de atributos, un ‘cualquiera’. Nos hemos inmunizado frente al dolor, y la compasión ya no parece jugar un papel en nuestras vidas. Desfilamos impávidos frente a unos habitantes de la calle que duermen en el suelo, como si fueran parte natural del ‘paisaje urbano’.
Y lo más grave tal vez es que nuestras formas de razonamiento cotidianas han sufrido un grave deterioro. Las redes sociales están repletas de mensajes en los que la inteligencia brilla por su ausencia, para dar paso a la expresión de sentimientos extremos, que impiden pensar las situaciones en su complejidad. Nadie quiere ver, oír, ni entender. La única solución que se considera es el recurso a las armas. El diálogo razonado es cada vez más escaso. Todo ello ha dado lugar a una ruptura de la comunicación, incluso en los ámbitos familiares, o a la creación de barreras con los viejos amigos, con los que otrora tantas cosas compartimos, pero ahora nos parecen extraños y ajenos, víctimas como todos del ‘daño antropológico’.
El único avance positivo es que ya no podemos denunciar los crímenes de un grupo, desconociendo la acción de otros: narcos, guerrilleros, paras, sectores militares, civiles, delincuencia común, están igualmente comprometidos. La tarea más importante ahora es promover formas de convivencia, recuperar la capacidad de indignación frente a las atrocidades que vivimos a diario y, sobre todo, volver a poner sobre el tapete la posibilidad de pensar sin que las ‘pasiones tristes’ del odio y la venganza obnubilen nuestra percepción.
Posdata. Conferencia hoy en Univalle Biblioteca Central: ´El crimen atroz ayer y hoy´, 5:00 p.m. Por Gildardo Vanegas. Además, La ´Paz Querida´ invita el lunes 30 de octubre a la conferencia ´Colombia adentro: Valle y norte del Cauca. Informe de la Comisión de la Verdad´, de Adolfo Álvarez de Univalle en la Sociedad de Mejoras Públicas (frente a La Merced) a las 5:00 de la tarde.