Columnistas
El desfile de antiguos y clásicos
“El placer de conducir un carro viejo no consiste en acelerar más de 200 kilómetros por hora, sino en disfrutar de cada momento del viaje...”
A partir de las tres de la tarde y por los lados de la Autopista Suroriental, cerca de 200 carros desfilarán por nuestras calles en un recorrido de varios kilómetros y en un espectáculo variopinto, lleno de colores, alegría y, por qué no, de nostalgia, que serán ovacionados por miles de espectadores de todas las edades.
Allí lucirán sus mejores galas, verdaderas joyas primorosamente conservadas que representan distintas épocas del siglo pasado, muchas de ellas provenientes de Ecuador y Brasil, así como de varias regiones de Colombia, y por supuesto, de Cali y sus alrededores.
Es de anotar que solo el año pasado se perpetró un desapacible y desaliñado ‘desfile’ organizado a última hora, pues este evento lleva más de 22 años cumpliendo a cabalidad con los más exigentes estándares internacionales de conservación y presentación, siendo junto con el de Medellín, el único desfile de estas características en nuestro país.
Organizado por la Asociación Amigos Autos Antiguos, con Rodrigo José Sarasti a la cabeza, y que destina todos los recaudos al Cotolengo, es uno de los imperdibles en esta Feria de Cali, en donde hasta la pianoneta tendrá una actuación especial.
Y a continuación, permítanme compartirles algo sobre los carros viejos que dice así: “El placer de conducir un carro viejo no consiste en acelerar más de 200 kilómetros por hora, sino en disfrutar de cada momento del viaje.
Cualquier carro nuevo que cualquiera puede comprar, al final solo significa dinero. Para tener un carro antiguo se necesitan amistades, conocimiento y otras cosas que el dinero no compra.
No se vende un carro viejo, el privilegio de ser propietario se transfiere a un amigo.
Un carro viejo no tiene precio porque no se compra para venderlo. Quien encontró una de estas joyas la disfruta, el que no la tiene solo la admira.
El auto clásico es cultura, no es un auto común, es algo especial. Especial no solo para su dueño, pues donde quiera que vaya se nota de inmediato. Estacionado uno al lado del otro, borra al moderno y nos lleva de vuelta a los viejos tiempos. Quizás los clásicos nos brindan el pequeño sabor de la poesía que el mundo olvidó dar a la vida.
El Old Car requiere atención, disciplina, amor y afecto, y cuanto más viejo, más cuidados y dedicación necesita.
Tener un auto viejo en el presente cumple un sueño del pasado, pues su belleza está en la historia que está inmersa en estas joyas rodantes, por eso viajar en un auto antiguo es como estar en el pasado disfrutando del presente.
La gente a menudo confunde lo viejo con lo antiguo o clásico. Lo primero no requiere de ningún esfuerzo para obtenerlo, solo tenemos que dejar que el tiempo actúe de manera inclemente e inexorable, lo que lo hace tan único y especial para que podamos llamarlo clásico es el cariño y la dedicación con la que se trata de conservarlo en su estado original.
Quien posee uno de estos autos clásicos, también tiene una historia”.