Columnistas
El gobierno destroyer
No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista.
Qué capacidad para destruir sobre lo construido. Qué habilidad para echar para atrás y practicar la ‘necrofilia política’. Ese gusto por las ideas atrasadas, retrasadas y fracasadas del pasado. Qué genialidad para llevar al país por el despeñadero en muchos sectores. Qué ganas de practicar el ‘adanismo’, descargar las responsabilidades en el espejo retrovisor y victimizarse. Qué competencias para echar carreta y ejecutar poco. Estos dos años y medio, son suficientes para saber que el progresismo, no es el camino y que Colombia se merece más.
Destruyeron el sistema de salud, negándole la caja, cuasi-estatizándolo, interviniéndolo indebidamente y llevándolo a una crisis financiera. Lograron desabastecimiento de medicamentos de alto costo, crecimiento del 30% en tasa de cancelación de cirugías y el pico histórico de quejas en el sistema.
Destruyeron el sistema pensional, acabando prácticamente con la capacidad de generación de ahorro-crédito de largo plazo, doblegaron las AFP y en general al régimen de ahorro individual y lograron aprobar una reforma pensional impagable a mediano plazo (entre 45 y 50 billones adicionales por año), para al final necesitar otra verdadera reforma pensional para arreglar su reforma pensional.
Destruyeron el sistema educativo, desconociendo el sistema mixto de educación superior y la autonomía universitaria y prácticamente acabando por inanición con el modelo de crédito de Icetex que hoy beneficia a cerca de 300 mil familias. Y todo sin lograr el aumento de cupos que prometieron.
Destruyeron la seguridad, logrando cifras récord en los cultivos ilícitos, y aumentos en hurto, secuestros y extorsión. Y de paso destruyeron la dignidad de la Fuerza Pública y buena parte de la curva de aprendizaje y de inteligencia, al retirar a cientos de coroneles y generales.
Destruyeron la seguridad energética de Colombia, al frenar los proyectos de gas offshore y energía, reducir las capacidades de la Creg y al no firmar nuevos contratos de exploración de gas y petróleo. De paso lograron que la ‘joya de la corona’ empresarial de Colombia, Ecopetrol, pierda casi el 50% de su valor, su norte estratégico y su fortaleza en gobierno corporativo.
Y ahora destruyeron las finanzas públicas del país, al desbordarse en ‘derroche’, incumplir las metas de recaudo, generar desconfianza en los mercados, definir metas financieras inalcanzables y ponernos al borde de que Colombia sea una “inversión basura”.
Destruyeron la inversión privada, con mensajes de incertidumbre y una reforma tributaria que elevó el costo fiscal combinado socio-empresa, proponiendo medidas irracionales e inexequibles (incluido el sector minero), eliminando los beneficios al turismo y afectando a la industria y el comercio.
Y ahora pretenden terminar la destrucción poniendo en riesgo el TLC con USA y Europa, haciendo inviable al microempresario y emprendedor con una reforma laboral inflexible y casi confiscatoria, y una reforma al SGP irresponsable que acaba con las finanzas públicas de largo plazo. Todavía quedan siete meses de destrucción, porque de allí en adelante ni el Congreso les parará bolas.
Vamos a requerir demasiada experiencia y muchos ‘Bob el constructor’ juntos y audaces, para salir adelante. Empecemos a reunirlos a todos con generosidad.
No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista. Colombia es capaz. Somos resilientes, aún a esta ‘pandemia destroyer’.