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El gobierno en modo 2026

Lejos de buscar reconstruir una coalición que ya está disuelta, o de lograr milagros con reformas con poco futuro, el nuevo panorama planteado por el presidente tiene un claro componente con miras electorales.

3 de marzo de 2025 Por: Fernando Posada
Fernando Posada
Fernando Posada | Foto: El País

Luego de la tormenta política que vivió el país tras la crisis del gabinete de gobierno y la caótica transmisión del consejo de ministros, el presidente Petro ha anunciado una serie de cambios y novedades en distintos frentes de su gobierno. Su apuesta no es otra que reducir las tensiones y reorganizar a todos los sectores que acompañan su administración desde un objetivo común: las elecciones de 2026.

Tal vez la más controvertida de las decisiones del presidente en la conformación de un nuevo gabinete ha sido el nombramiento de Armando Benedetti, su amigo y aliado de campaña, como ministro del Interior. Lejos de buscar reconstruir una coalición que ya está disuelta, o de lograr milagros con reformas con poco futuro, el nuevo panorama planteado por el presidente tiene un claro componente con miras electorales.

Si en algún momento existió la posibilidad –incumplida, desde luego– de que el presidente Petro diera un giro a la moderación de su discurso y al acercamiento con otros sectores políticos, ante las elecciones podemos esperar que sus tesis mantengan el camino de abierta radicalización que desde hace meses han mantenido. No en vano, Petro reconoce el mal clima que enfrentan sus reformas en el Congreso, con un capital político reducido y una gran división en la opinión pública. Es poco lo que un nuevo ministro del Interior puede cambiar las difíciles condiciones que enfrenta el gobierno por cuenta de su encierro ideológico.

Pero el nombramiento de Benedetti no tiene como objetivo salvar las reformas, sino fortalecer y empoderar políticamente al ala que el presidente Petro más le ha confiado la estrategia electoral de su partido político. Por eso, Benedetti fue nombrado ministro del Interior en 2025 y no en 2022. También, la resolución temporal de los conflictos de Petro con los sectores de izquierda que hace pocos días protagonizaron una rebelión pública contra la administración deja claro que aunque sean muchos los puntos de desacuerdo, los sectores afines a Petro seguirán en el mismo barco y no arriesgarán la posibilidad de continuar en el poder por cuenta de las diferencias existentes.

Desde ya sabemos cuál será el libreto del petrismo para la campaña electoral. Claramente, el discurso no estará centrado en sus resultados, que son muy pocos, sino precisamente en la falta de logros, dada su conocida habilidad de señalar culpables. Como lo ha hecho de manera habitual, el presidente repetirá que no lo han dejado gobernar y que su movimiento tendrá que seguir buscando transformar —¿o destruir?— con una mayor insistencia, sistemas que funcionan, pero que resultan fáciles objetivos para destinar la furia ciudadana.

La baja aprobación del gobierno Petro en las encuestas no puede confundir a los distintos sectores que lideran la oposición en el país. Con el control de toda la burocracia estatal y el gasto público, sumado a la base electoral que acompaña con firmeza al presidente Petro, la izquierda todavía tiene a su favor una ventaja de cara a 2026. Si a lo anterior se suma la atomización de los partidos de centro y derecha, el petrismo tiene una razón para no sentirse derrotado, y el país entero un motivo para mantener la preocupación.

El gobierno Petro ha empezado el año en modo electoral y con ventaja. Sería una grave noticia para un país desilusionado que los sectores de centro y derecha, a pesar de tener números y apoyos ciudadanos a su favor, sigan sin ponerse de acuerdo y sin reaccionar ante un año electoral que desde ya ha comenzado.

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