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El modo “no nos dejaron”

El gobierno ha adoptado una actitud que culpa a sus eternos enemigos de todos los males que enfrenta el país.

6 de enero de 2025 Por: Fernando Posada
Fernando Posada
Fernando Posada | Foto: El País

Entre más se acerca 2026 y el final del actual periodo presidencial, el presidente Petro ha asumido un tono crecientemente pesimista y poco conciliador. Los días de la propuesta de un “gran acuerdo nacional” parecen haber quedado atrás y, en cambio, el señalamiento de culpables de todos los contratiempos de la administración se ha hecho más intenso.

El gobierno ha adoptado una actitud que culpa a sus eternos enemigos de todos los males que enfrenta el país. A diario y de manera permanente, la oposición, los empresarios, los medios de comunicación y los partidos políticos reciben la furia del presidente Petro, mientras los modelos de salud y educación enfrentan algunas de las peores crisis de las décadas recientes. Lejos de buscar el cumplimiento de sus promesas de reformas, la narrativa oficial parece ser, de entrada, encontrar culpables de todos sus fracasos.

Todo esto nos conduce a una conclusión inaplazable e imposible de ignorar: si el presidente Petro no ha podido cumplir sus promesas por cuenta de algo tan básico y esencial de las democracias como la oposición -es decir, nada nuevo y nada fuera de lo normal- deja mucho para dudar sobre su talante de demócrata y lleva a preguntar si en realidad tenía tan claro lo que había que hacer como aseguraba en sus discursos.

Cabe recordar como ejemplo la manera en que el presidente Duque, aún en medio de todas las falencias de su gobierno y los desacuerdos ideológicos que se pueden tener con él y las absurdas provocaciones políticas con las que buscó desafiar a la oposición, logró dirigir el rumbo de nuestra nación en medio de la emergencia sanitaria más compleja de nuestra historia moderna y de dos paros nacionales que incendiaron el país entero. En ningún momento lo vimos decir que la oposición no lo había dejado gobernar.

Esa actitud asumida por el gobierno actual es, por un lado, una aceptación de derrota y por el otro una peligrosa búsqueda de cheques en blanco para traer la crisis. Detrás de esto está el método ‘shu shu’, que no es otra cosa que la implosión controlada de los sistemas hacia el caos, bajo la premisa de que se quiso hacer mucho, pero como no se permitió que su fórmula fuera implementada, el sector entero debe caer en una crisis. Los sectores de la salud, la educación y la energía han sufrido gravemente por esta lógica de destrucción.

Todo esto obedece a un motivo sencillo: este gobierno, a diferencia de muchos otros, no le teme a caer en profundas crisis, siempre que tenga culpables para señalar y lanzar a los leones. De fondo, esto responde a la creencia del presidente Petro de que es más rentable señalar un enemigo y conquistar la indignación de sus electores antes que anotar logros políticos desde la administración pública.

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Posdata: mientras gobiernos de toda América reciben al presidente electo de Venezuela, Edmundo González, víctima de un gravísimo fraude electoral, el gobierno colombiano insiste en que debe buscarse un acuerdo político entre los distintos sectores políticos de ese país. ¿A qué acuerdo se puede llegar luego del robo de unas elecciones ante los ojos del mundo? La falta de contundencia frente a este tema dice mucho de la noción de democracia del presidente Petro. Debemos preguntar con qué autoridad moral los líderes de la izquierda de América Latina seguirán hablando de enfrentar tiranías luego de enviar delegaciones a la posesión de Maduro y validan su gobierno ilegítimo.

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