Columnistas
El último pandebono
Hay asuntos críticos de los cuales se habla poco en la campaña, pues los candidatos se han dedicado a mostrarse más como ‘súper héroes’ dispuestos a salvar el día, que como líderes conocedores de las complejas realidades de la ciudad.
Los discursos de los candidatos a la Alcaldía de Cali durante la actual campaña han coincidido, con algunas pequeñas variaciones de forma, en dos grandes mensajes: el primero, que la ciudad está hoy en el abismo más oscuro que alguien pudiera imaginar. Y el segundo, que se necesita una especie de ‘súper héroe’ para sacarla de allí.
Detrás de esos mensajes están asesores -o estrategas, como ellos se autodenominan- que cobran millonadas por plantear unas ideas tácticas, básicas y sanguíneas, alentadas solo por el deseo de ganar a cualquier precio, pero que en nada fortalecen el perfil del candidato. O peor aún, que terminan por desdibujarlo frente a sus electores.
Esas dos ideas, particularmente, no son más que verdades a medias presentadas bajo una lógica maniqueísta, con el único fin de vendernos un escenario de todo o nada frente al infierno: “O es conmigo o no hay futuro”, nos dicen los candidatos a la Alcaldía. ¡Y tampoco!
En realidad, los primeros llamados a hacer un ‘mea culpa’ frente a esa situación son los medios de comunicación y quienes trabajamos en ellos. Debemos reconocer que nos hemos encargado de maximizar, sin mayor análisis de por medio, una narrativa del desastre que resulta tierra fértil para cualquier político en campaña.
Por eso vale la pena revisar y evaluar lo que dicen fuentes de información más técnicas y neutras, como por ejemplo el Índice de Competitividad de Ciudades, que se conoció esta semana.
Ese informe muestra que en el último año Cali pasó del tercer al cuarto lugar en el listado de las ciudades más competitivas del país, pues Tunja le quitó la posición.
¿Qué tan malo es eso? Valdría la pena que los candidatos y sus febriles asesores le dieran una mirada a ese documento para que llegaran a conclusiones más racionales y útiles sobre lo que necesita la ciudad. La verdad es que Cali no está tan mal como creemos, pero no esta tan bien como queremos.
Por ejemplo: nuestra economía es la más sofisticada y diversa del país, pero tenemos un grave problema de subempleo. Mejoramos en el clima para los negocios, pero vamos regular en infraestructura y estamos pésimos en ciertos ámbitos de la vacunación infantil.
Todos aquí hablamos por estos días de cómo cunde la inseguridad en Cali y lo que se requiere para combatirla, pero casi nadie habla de la mala calidad de la educación que se imparte en colegios y universidades. Y el informe de competitividad subraya que esa es una de nuestras grandes falencias.
Hay asuntos críticos de los cuales se habla poco en la campaña, pues los candidatos se han dedicado a mostrarse más como ‘súper héroes’ dispuestos a salvar el día, que como líderes conocedores de las complejas realidades de la ciudad.
Y ese ha sido su otro gran pecado: otorgarse un enorme nivel de importancia individual, en una ciudad que históricamente ha evolucionado y brillado gracias a la cultura de la acción colectiva. Así es como Cali se formó y se levantó siempre, con la participación y el compromiso de todos, pero ninguno de los candidatos ha apelado a ese rasgo de nuestro ADN para movilizar sus ideas y sus propuestas.
Recordarle a cada ciudadano que tiene una responsabilidad y un compromiso con la ciudad, sería más constructivo que mostrarse como lo que creen que son y en realidad no son: el último pandebono de la vitrina.