Columnistas
El valor de buscar nuevos caminos
Sea cual sea el escenario, lo importante es avanzar, construir oportunidades para nosotros y para quienes amamos, allí donde estemos.
Hay momentos en la vida en los que nos enfrentamos a una pregunta crucial: ¿Esto es todo lo que hay? No desde la insatisfacción, sino desde la curiosidad, el deseo genuino de descubrir si podemos aspirar a más. A veces, esa búsqueda implica salir de nuestra zona de confort y explorar posibilidades que quizá nunca habíamos considerado.
Es fácil permanecer donde todo resulta familiar. Lo conocido tiene un encanto propio: nos ofrece seguridad, estabilidad y la tranquilidad de saber qué esperar. Sin embargo, el progreso rara vez ocurre en lo cómodo. Crecer exige que nos atrevamos a mirar más allá de lo inmediato, que evaluemos con honestidad dónde estamos y nos preguntemos si ese es realmente el mejor terreno para florecer.
Levantar la mirada no siempre significa cambiar de lugar; a veces, es simplemente cambiar de perspectiva. Es reconocer que el progreso puede residir en nuevas decisiones, en emprender caminos distintos dentro de lo que ya conocemos. El verdadero desafío está en no conformarnos con lo seguro, sino en buscar aquello que nos impulse a ser mejores. Sea cual sea el escenario, lo importante es avanzar, construir oportunidades para nosotros y para quienes amamos, allí donde estemos.
Aunque para muchos las circunstancias del entorno y la vulnerabilidad pueden ser factores determinantes, esta reflexión no pretende juzgar lo que nos rodea, sino invitarnos a la introspección. No se trata de desconocer lo que hemos construido ni de menospreciar aquello que nos ha sostenido hasta ahora. Al contrario, es un ejercicio de amor propio y de responsabilidad hacia quienes vienen después de nosotros: ¿Qué decisiones podemos tomar hoy para garantizarles un futuro mejor?
Progresar implica abrazar el cambio, aunque este nos saque del terreno seguro. Significa aprender a mirar con otros ojos, a identificar oportunidades donde antes no las veíamos y a aceptar que el contexto en el que crecemos también evoluciona. Mantenernos en un lugar solo porque es lo conocido puede limitar lo que somos capaces de alcanzar.
La clave está en levantar la mirada, en creer que siempre puede haber un horizonte más amplio, un lugar donde nuestros esfuerzos, mérito y talento rindan frutos más significativos. No es una certeza, pero sí una promesa: descubrir hasta dónde podemos llegar si nos permitimos soñar con humildad y actuar con determinación.
2024 cierra sus días dejándome aprendizajes profundos. Ha sido un año desafiante, intenso y fugaz, pero también lleno de momentos que me recordaron que siempre hay algo por construir y aprender, especialmente cuando avanzamos con propósito. Que 2025 llegue para todos cargado de amor, unión familiar, trabajo, reflexión y valor. Incluso en las circunstancias más adversas, levantar la mirada y tomar vuelo con coraje y decisión sigue siendo una elección poderosa.