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Equilibrio
La Ley del Péndulo no es una teoría formal, sino una forma de describir nuestra tendencia natural a reaccionar frente a situaciones con movimientos extremos antes de estabilizarnos.
En la vida, muchas veces nos encontramos oscilando entre extremos. Pasamos de trabajar jornadas interminables a buscar un año sabático, de dietas estrictas a indulgencias sin medida, o de ser complacientes a imponernos de forma abrupta. Este fenómeno, conocido como la Ley del Péndulo, es una metáfora poderosa que nos invita a reflexionar sobre cómo los extremos pueden ser necesarios para aprender, pero también cómo el equilibrio es el objetivo final.
La Ley del Péndulo no es una teoría formal, sino una forma de describir nuestra tendencia natural a reaccionar frente a situaciones con movimientos extremos antes de estabilizarnos. Este concepto tiene raíces en la filosofía clásica, particularmente en las ideas de Heráclito, quien destacó la naturaleza cíclica de la existencia y el constante flujo entre opuestos.
También se conecta con teorías psicológicas modernas que exploran cómo las personas intentan encontrar estabilidad después de experiencias traumáticas o insatisfactorias. En términos psicológicos, este comportamiento puede interpretarse como un intento de ajuste frente a experiencias negativas. Sin embargo, si no reconocemos estas oscilaciones, podemos quedar atrapados en ciclos que desgastan nuestra salud emocional, mental y física.
Por ejemplo, en el ámbito laboral es fácil caer en la trampa de trabajar sin descanso, priorizando metas profesionales por encima de la vida personal. Esto, tarde o temprano, conduce al agotamiento, empujándonos al extremo opuesto: desconectar completamente del trabajo. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, el agotamiento laboral afecta a millones de personas cada año, mostrando la importancia de establecer horarios claros, delegar y aprender a decir “no”.
En el ámbito de la salud, muchas personas pasan de un estilo de vida sedentario a rutinas extremas de ejercicio y dietas restrictivas, solo para volver a los hábitos anteriores al no poder mantener esos cambios. Estudios publicados en el Journal of Behavioral Medicine sugieren que los pequeños ajustes graduales y sostenibles, como caminar diariamente o hacer elecciones alimenticias conscientes, son más efectivos a largo plazo. Esto permite evitar ciclos extremos que impactan negativamente en el bienestar físico y emocional.
En nuestras relaciones también podemos observar este fenómeno. Por ejemplo, una persona que ha sido complaciente durante mucho tiempo puede llegar a un punto de ruptura, donde empieza a imponer sus necesidades de manera brusca. El aprendizaje está en encontrar formas de expresar nuestras emociones y establecer límites de manera asertiva y empática, evitando que el péndulo oscile entre sumisión y agresividad.
La Ley del Péndulo es, en esencia, un recordatorio de que los extremos son parte del aprendizaje, pero el equilibrio es donde encontramos estabilidad y bienestar. Reconocer nuestras oscilaciones nos permite ser más compasivos con nosotros mismos y entender que el equilibrio no se logra de la noche a la mañana. Es un proceso continuo de ajuste y aprendizaje. El reto está en escuchar nuestras necesidades, evitar reacciones extremas y encontrar ese punto medio donde el péndulo, finalmente, se detiene. Porque al final, es en el balance, no en los extremos, donde explotamos nuestro mayor potencial.