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Alberto Castro Zawadsky

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Estadios amarillos

La pasión es contagiosa aún para los analfabetos obligados a calmar la imaginación cuando hablan de ‘peinar el cuero’ para hacerle una ‘vaselina’ al ‘cancerbero’.

20 de julio de 2024 Por: Alberto Castro Zawadsky

Hasta un confeso deshincha del fútbol como yo, se asombró con los estadios amarillos ¿Cómo puede haber tanto emigrado colombiano tan próspero y tan entusiasmado con su país de origen? Se podrá argumentar que eso ocurre con todos los expatriados, pero los estadios no serían tan amarillos.

La pasión es contagiosa aún para los analfabetos obligados a calmar la imaginación cuando hablan de ‘peinar el cuero’ para hacerle una ‘vaselina’ al ‘cancerbero’.

El desacreditado líder quiso aprovechar el rocío de popularidad tratando de montarse en el bus de un circo que ha probado ser más efectivo que el pan. Pero no tuvo la suerte del que esquivó una bala asesina y logró la foto de cara ensangrentada y puño en alto que ya le garantizó 4 años más en La Casa Blanca.

Vinieron los bochornosos hechos de la final de Miami. Una ‘primera línea que sintió el derecho de entrar sin pagar, una masiva falsificación que dejó a muchos por fuera y un presidente del fútbol colombiano usando el muy patriótico recurso de los golpes porque no podía entrar con extenso familión a una premiación.

Pero lo positivo es el nivel económico que han logrado los expatriados para ser capaces de llenar tanto estadio. Se calcula que hay 10 millones que envían en promedio mil dólares al año, contribuyendo en casi el 3% al producto interno bruto (PIB).

Esto satisface a los analistas económicos, porque no se calcula el país que tendríamos si todo ese talento y capacidad de trabajo no hubiese tenido que huir de la violencia o la miseria generada por ella y se hubiesen quedado, aplicando el amor patrio que tan bien demuestran. Un estimado muy burdo podría sugerir unos cien mil millones (US) de capacidad productiva, con un aumento de un 30% del PIB.

Claro que las elucubraciones de lo que hubiese podido suceder son muy etéreas, pero nos dan un buen sustento para pensar cuál es el camino que deberíamos tomar para mejorar, que siempre pasará por dejar de promover y estimular la violencia. Nadie se puede sentir tranquilo después de haber vivido un largo proceso en el que los matones fueron premiados y se sigue buscando cómo halagar a los que siguen matando.

Se hace imposible generar confianza en el futuro del esfuerzo individual, y dejar de espantar talentos y capitales cuando además se suma una ruinosa perspectiva socialista, vendida con elaboradas mentiras.

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