Columnistas
Evocando a Germán Villegas
Cuando veo las campañas de hoy, entiendo que se añoren políticos y gobernantes como Villegas y que se le extrañe como lo hicieron en aquel debate.
Hace unos días, en uno de los debates con participación de todos los candidatos a la Alcaldía de Cali, además de preguntas abiertas, otras con las paletas de ‘sí’ o ‘no’, se les entregó marcadores para que pudieran escribir en esas paletas. Una de las preguntas finales fue: “Escriba quién considera cada uno de ustedes que ha sido el mejor alcalde de Cali por elección popular”. Cuando voltearon las paletas, el nombre que más veces aparecía era “Villegas”, seguido de “Guerrero primera administración.”
Confieso que me sorprendió gratamente la calificación, pues Germán Villegas fue Alcalde hace más de 30 años y más aún ver esa calificación en jóvenes aspirantes, entre ellos el del Pacto Histórico. Mi complacencia fue grande por la cercanía que tuvimos con Germán, pues fui el tesorero de su campaña ganadora y posteriormente Secretario de Hacienda y varias veces Alcalde encargado en sus ausencias. Esa proximidad permite mostrar algunas aristas entonces notables y hoy difuminadas en esta campaña electoral. ¿Por qué pudo Germán Villegas ser así calificado 32 años después?
Compromiso cierto con las necesidades reales de la comunidad: la campaña no estuvo llena de lugares comunes, sátiras contra los adversarios y emocionalidades ramplonas. Germán hizo un acuerdo social sobre las soluciones puntuales de cada comunidad. No eran megaobras colectivas, eran anhelos sentidos por muchos años y menospreciados por la burocracia oficial: pavimentación de vías, fortalecimiento de taludes en la ladera, gradas, ampliación de escuelas, puestos de salud, entre muchos otros. Por eso era un convenio social, porque la comunidad indicaba cuáles eran sus necesidades primarias y el candidato fue a una notaría a comprometerse en solucionarla. El símbolo del palustre, entonces burla de algunos, terminó siendo un símbolo del trabajo cercano y real.
Cero improvisación: teníamos claro qué hacer si ganábamos. Por ejemplo, recuerdo que en el comité económico sabíamos que una emisión de bonos, la primera que se haría en Cali, era una opción de pronto financiamiento. Ese era un insumo clave para quien quedara de Secretario de Hacienda. Al día siguiente de posesionarme le comenzamos a trabajar a ese propósito. Se hizo ronda con corredores de bolsa en Cali y Bogotá y la colocación fue un éxito. Hicimos la segunda y al finalizar el primer año teníamos en las arcas los recursos para honrar el convenio social.
Honestidad, transparencia: Todo estaba sobre la mesa. No había juegos turbios. Un gabinete construido por Villegas con base en la confianza y el compromiso social. No recuerdo un solo escándalo por corrupción o investigación en este sentido.
Coherencia entre la fe y el trabajo por los más necesitados: Germán era muy creyente en Dios y el equipo tenía una fuerte convicción en irrigar los beneficios entre la población más necesitada. Esa decisión no es paternidad de la izquierda, la causa social cristiana también la enarbola.
Por todo lo anterior, es grande la nostalgia por la manera de hacer política hoy y de llegar al gobierno a servir y no a usufructuarse del poder. No me imagino a Villegas haciendo pactos que parcelaran la estructura de gobierno. Eran bienvenidas otras tendencias, pero el jefe era Villegas. Si Germán estuviera inhabilitado por el CNE, no me lo imagino enrareciendo el ambiente por permanecer en la contienda. Estoy seguro de que Villegas iría a todos los debates porque esa es la forma de explicar los planes de gobierno y de demostrar las diferencias con los otros candidatos, con coraje y claridad.
Cuando veo las campañas de hoy, entiendo que se añoren políticos y gobernantes como Villegas y que se le extrañe como lo hicieron en aquel debate.