Experiencia de viaje

Un amigo me insistió para que saliera de vacaciones, mientras podía hacerlo por edad, salud y recursos. Decidí emprender viaje por Egipto y Turquía y creo que fui bien aconsejado. Una visita de una semana en cada país apenas permite tener algunas impresiones y una experiencia directa sobre temas estudiados desde el bachillerato, pero no captados en su magnitud y aporte a la civilización.

En el caso de Egipto, una historia de aproximadamente 2000 años, entre el año 2700 y 700, antes de Cristo. Construyeron obras monumentales, representaciones materiales de imaginarios colectivos, como las conocidas pirámides de Giza que deben complementarse con visitas a los templos reconstruidos, a partir de la ejecución de la represa de Aswan como los que quedan al sur en Abu Simbel, ya cerca de Sudán. Bajar en barco desde Aswan hasta Luxor es una experiencia inolvidable, deteniéndose en varios lugares para visitar inigualables ruinas. En Luxor, el Valle de los Reyes con espectaculares columnas. En el Cairo, visita al Museo Egipcio y a las Pirámides y los infaltables sitios para compras de arte en papiro y algodón egipcio, evadiendo a los insistentes vendedores ambulantes.

Se infiere que una civilización de esta magnitud con logros en la escritura, la técnica, el conocimiento y el arte está indisociablemente vinculada con el agua, el curso del Nilo y la agricultura. Hoy, con un gobierno nacionalista que retoma el legado de Nasser y una versión no radical de la Primavera Árabe, se avanza con grandes proyectos de agricultura en el desierto, apoyándose en novedosas formas de irrigación para producir alimentos como el trigo. Pude apreciar las primeras cosechas. La tierra es del Estado, pero se la alquilan a los particulares, subsidiada para los campesinos. Es un pueblo orgullosamente árabe.

Turquía, es una historia muy distinta, ligada al comercio del Oriente, la ruta de la seda, la ocupación persa, griega y romana. Punto culminante con el Imperio Otomano y su capital: Constantinopla, hoy Estambul. Lo que impacta al visitante es la modernización contemporánea de Turquía con muy buena infraestructura para el turismo.

El viaje lo hicimos por el centro del país, desde Kayseri hasta Estambul. Hay turismo para todos, como las cascadas y los paseos en globo, pero lo monumental está en Éfesos, donde están las ruinas mejor conservadas de la antigüedad griega: baños romanos, biblioteca, teatro, avenida entre columnas y por supuesto en Estambul, con más de 15 millones de habitantes, cruce de la cultura islámica del oriente y la cristiana occidental. Hay barrio judío y catedral cristiana ortodoxa, pero lo fundamental son las mezquitas y el arte bizantino.

Me impresionó mucho la difusión del islamismo hoy. En una conversación con una linda mujer, por sus ojos y frente, en la mezquita de Santa Sofía, inicialmente indagó si quería saber sobre el Islam. Le afirmé que yo consideraba que todas las religiones eran verdaderas y me sustentó que el Islam era la religión más integradora de todas, incluyendo a los judíos y a los cristianos. Le pregunté sobre el rol dependiente de la mujer y me comentó que respetaban la igualdad entre hombres y mujeres, en muchos aspectos, pero que se debían garantizar diferencias de fondo que tenían que ver con el cuerpo. Me preguntó, extrañada, que de dónde venía: sociólogo colombiano, por supuesto.

Fue importante tener buenos guías, especialmente en Egipto y tener un buen grupo de compañeros de viaje: con formaciones y orientaciones diversas, demostraron cómo podemos pasarla bien, conversando jocosamente. Colombia tiene a su favor lo que no tiene ninguno de estos países: una biodiversidad y una riqueza natural inigualables.