Columnistas
Fundación Ángel Escobar
Ese espíritu es mantenido por su actual directora, doña Adriana Correa Velásquez, y miembros de la junta directiva que ella preside como Manuel Rodríguez Becerra.
Olvidamos dar crédito, como se lo merecen, a diferentes fundaciones que han sido un ejemplo de filantropía en Colombia, en diversos sectores, algunas de ellas desde hace mucho tiempo.
Una de esas fundaciones es la que lleva el nombre de don Alejandro Ángel Escobar, quien fuera un industrial antioqueño, distinguido político, que hace 69 años tuvo el acierto de crear un sistema de premios para estimular el trabajo de científicos en el campo de las ciencias duras como en las ciencias sociales. Más tarde vendrían los que le correspondió a Colciencias entregar para cumplir una tarea que no podía soslayar. Con todo, los premios de la Fundación Ángel Escobar mantienen el prestigio que siempre han tenido y ello queda bastante en evidencia con el número de postulaciones que se presentaron este año y que superaron en un 83% a las que se conocieron el año pasado.
Doña María Restrepo de Ángel Escobar fue por décadas el alma que mantuvo la dinámica y el espíritu de esta Fundación que luego, doña Camila Botero Restrepo, asumió con similar devoción y compromiso. Cómo sabemos Camila Botero no solamente se distinguió por su generosidad, sino que además fue una coleccionadora de arte y una promotora de causas nobles. Fue excelente directora de la biblioteca de la universidad de los Andes y, luego, de la Universidad Nacional.
Hoy, ese espíritu es mantenido por su actual directora, doña Adriana Correa Velásquez, y miembros de la junta directiva que ella preside como Manuel Rodríguez Becerra.
Por diferentes razones, quien lo creyera, algunas muy relacionadas con las dificultades de orden público que nos han acompañado por tantos años, la filantropía ha mantenido un nivel muy discreto. Ello es deplorable porque no permite captar todo lo que ha habido de generosidad por parte de los grandes empresarios colombianos en promover temas y causas de alta significación para el bienestar de los colombianos.
Por fortuna, al construir los capítulos de mi libro Fortalezas de Colombia pude incluir un capítulo, el decimotercero, del cual es autora Beatriz Castro. Ella pone en perspectiva histórica y comparada este tema y, al tiempo que señala que son muy pocos los estudios sobre la materia, se remonta a la colonia para señalar como esta se designaba como caridad y se ocupaba principalmente de promover hospitales, hospicios y otros tipos de albergues para niños y personas desamparadas.
Recuerda que la Biblioteca Nacional fue fundada en 1977 y que los fondos especiales que ella tiene de manera mayoritaria han sido donaciones privadas y también nos dice que el Museo Nacional fue establecido en 1823 y que también ha recibido permanentemente donaciones de particulares que forman sus colecciones.
La doctora Castro sostiene que hasta más o menos 1930 los establecimientos de educación para las personas más necesitadas son un producto de iniciativas privadas particularmente en las órdenes religiosas.
Son muchos y muy significativos los ejemplos y datos sobre lo que ha sido la filantropía en Colombia y casos como los de la Fundación Carvajal o la Santo Domingo o la Fundación Corona y otras, muestran que esta ha sido una tradición sólida entre nosotros y que con razón podemos decir que es una de las Fortalezas de Colombia.
Creo que el conocimiento que tenemos del sector empresarial es incompleto, en materia grave, si no tenemos clara su dimensión filantrópica. Caridad y filantropía son elementos reveladores de nuestra historia desde la colonia.
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