Todos por la Plaza
Si los caleños no despertamos y nos apropiamos de un espacio que nos representa será una batalla perdida.
Sentía una fascinación especial por esa plaza enclavada en el corazón de la ciudad. La exuberancia de sus palmeras, que a mí me parecía que se escondían entre las nubes, ejercía una extraña seducción. Salíamos de la Catedral con mi abuelo ‘Polito' y cruzábamos la plazoleta como quien pasaba por el patio de su propia casa y ahora que lo pienso, eso era la Plaza de Cayzedo para mí, un lugar donde sentía que la ciudad se encontraba. Era otra Cali, claro, una ciudad más tranquila, limpia, más serena, sin tanta droga y robos en cada esquina. La Plaza de Cayzedo también en esa época reflejaba la Cali de ese momento.
El pasado martes pasé nuevamente por la Plaza, estaba cerrada. Su prado se veía tan hermoso, verde, sus corredores limpios, las palmas verdes, sin olores y basuras . Debo confesar que fue un deja vù, fue como regresar en el tiempo y volver a mi niñez.
Pero también fue triste comprobar que la plaza se ve hoy bonita porque no se ha abierto al público, me temo que apenas se reabra volverá todo el caos, el desaseo y la inseguridad que ha acompañado este espacio tan caleño los últimos años.
Detrás de la recuperación está Leonardo Medina, quijote de la cultura caleña, subsecretario en esta dependencia, quien ha liderado el embellecimiento de la plaza. Conozco su apuesta por hacer de este lugar lo que era antes, el sitio donde los caleños se encontraban. Y es que alrededor del gran parque, la ciudad comenzó a crecer. La Catedral, el Batallón, los edificios históricos, las viviendas de las familias tradicionales, todo fue emergiendo alrededor de la emblemática Plaza.
En un comienzo se llamó Plaza de la Constitución hasta que en 1913 fue bautizada con el nombre de nuestro prócer.
Los caleños sabemos la importancia de este espacio que perdimos, como tantas otras cosas en la ciudad. Nos robaron la plaza, la perdimos en medio de indigentes, drogadictos, jíbaros, prostitutas, vendedores de cachivaches e ilusiones. Ya no hay donde sentarse y sentirse seguro. Se convirtió en una gran letrina intransitable, llevar a los amigos turistas a nuestra plaza emblemática se volvió una tarea imposible.
El bueno de Leonardo ha liderado la recuperación del entorno, la siembra de palmas zanconas y césped, la readecuación de las fuentes de agua, el mejoramiento de los adoquines, la ubicación de cestas para la basura. Hoy se ve bien la plaza, pero sin gente. Si se quiere recuperar será necesario no solo una intervención de su entorno, también será indispensable un trabajo de concientización y sancionatorio porque me temo que la belleza que hoy tiene la Plaza no durará dos días.
Habrá que trabajar por el cuidado, aseo y respeto por un espacio que es la misma caleñidad. Si los caleños no despertamos y nos apropiamos de un espacio que nos representa será una batalla perdida. Es allí, en estas pequeñas batallas de ciudad, que se da la oportunidad de reconstruir lo perdido. Es hora de que los caleños despertemos.