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Machismo militar

No se necesita ser psicólogo especialista (ni expresidente Samper) para deducir el tamaño del machismo que impregna a las Fuerzas Militares no solo en Colombia sino en cualquier lugar del planeta.

6 de julio de 2020 Por: Gloria H.

No se necesita ser psicólogo especialista (ni expresidente Samper) para deducir el tamaño del machismo que impregna a las Fuerzas Militares no solo en Colombia sino en cualquier lugar del planeta. El mundo militar está construido sobre dos bases absolutamente patriarcales: poder y obediencia. Que podrían traducirse en autoritarismo y sometimiento. Ah claro, se argumenta ‘solidaridad de cuerpo’, ‘voz de mando’, como las únicas formas de cuidarse de disidencias, críticas o cuestionamientos que protejan y garanticen el futuro de estas organizaciones. Instituciones como estas, o religiones como las Iglesias, necesitan apalancarse en el sometimiento y la obediencia. Una voz disidente, una mirada ‘nueva’, equivale a una ‘manzana podrida’ que daña la solidaridad de cuerpo porque aporta un matiz diferente. ¿Quién puede dudar del machismo de estas organizaciones si lo que las sostiene precisamente son los dos principios básicos de un mundo cada vez más atropellador e inequitativo? ¿Un mundo que mira para adelante y quiere liberarse de las cadenas del sometimiento y abuso del poder?

El mundo patriarcal se desmorona y la indignación crece porque han pasado miles de años de aguante y sometimiento. En muchos frentes, no solo en la milicia. La historia se debe revisar y contar en forma diferente: algunos héroes de antaño hoy son vistos como atropelladores y abusadores. No creo que la solución sea derrumbar estatuas pero sí es necesario ‘construir’ explicaciones acordes con la equidad, explicaciones para el mundo de hoy. Seguir contando la misma historia es perpetuar el atropello y claro, la indignación. Si no se corrige, entonces ¿de qué sirve aprender?

El mundo militar es machista, patriarcal, discriminador e inequitativo en especial con la mujer. Los adiestran para ser poderosos. Tienen el control de la situación, tienen derecho ‘a nombre del orden’ para usar lo que consideren pertinente para su objetivo. Y la mujer, en ese machismo, es solo un objeto. ¿Se descararon? ¿El efecto manada hace que no se midan las consecuencias y aquí entre todos ‘nos tapamos’? ¿Se rieron mientras lo hacían? ¿Se midieron entre ellos? ¿Se gozaron el espectáculo? Es posible que todas las anteriores. Cuántos hombres ingresan a esas organizaciones precisamente para esconder sus fantasmas y apalancarse en una organización. En Psicología se sabe que una persona servil o sometida puede ‘incentivar’ al abusador que se crece ante su víctima, le da poder, lo enriquece. Humillar, gozar con la súplica, oír mendigar, palpar la indefensión, pueden ser estímulos para un macho inseguro que desea vengarse del atropello que a su vez le hacen a él. Algo así como una cadena.

El comportamiento militar no es ocasional. Formados para tener el poder sobre todo aquello que los rodea, deben tener siempre la razón y así como tienen que obedecer, necesitan que les obedezcan. Es un principio básico. Alguna vez escuché a la esposa de un militar, muy angustiada, que expresaba “no me puedo separar porque le dañó la hoja de vida a mi marido”. Aguantar, someterse. Quien me lo hace a mí y yo a quién se lo cobro. Porque es en el sometimiento donde se fraguan los otros abusos. Los militares pueden justificarse, pero la realidad es evidente. Es un mundo machista. ¡Y no es hora de callar!

Sigue en Twitter @revolturas

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