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Se dio cuenta de que unas pocas décimas, en apariencia insignificantes, con el tiempo pueden significar cambios reales.
En 1961, lo que hasta entonces era ficción se convirtió en una realidad científica: surgió la teoría del caos.
Ese año, el meteorólogo Edward Lorenz trabajaba en un modelo matemático para el pronóstico del estado del tiempo.
Para ello, introdujo en su computadora datos como la temperatura, la humedad, la presión y la dirección del viento.
Observó los resultados y volvió a introducir los datos para verificar los resultados que había obtenido la primera vez.
De manera inesperada, aunque la segunda vez había ingresado los mismos datos, obtuvo un pronóstico totalmente diferente al primero.
Esa diferencia tan radical entre ambos pronósticos a que la segunda vez, el computador de Lorenz había redondeado los datos y tenía unos cuantos decimales menos.
Se dio cuenta de que unas pocas décimas, en apariencia insignificantes, con el tiempo pueden significar cambios reales.
Para Lorenz, eso equivalía a que el viento que produce el aleteo de una mariposa en Brasil, puede desatar un tornado en Texas.
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