Recordando el tren
Para los colombianos de antaño el tren es motivo de nostalgia y evocación de tiempos felices de la niñez y la juventud.
La locomotora se convertiría con razón en símbolo del progreso. Ella abrió caminos al comercio y al encuentro de vidas en el cruce y estaciones de sus destinos. Para los colombianos de antaño el tren es motivo de nostalgia y evocación de tiempos felices de la niñez y la juventud. Quienes alguna vez lo abordamos recordamos sus sonidos y la ventanilla desde la cual vimos pasar raudos campos, vaquitas, árboles y sus ramajes como saludándonos.
Cuántos hay que habiendo dejado su pueblo no olvidan cuando llegó el tren y los dejó para siempre en la ciudad. Otros en su vejez cuentan que la gente acudía a verlo llegar, y ahora oyen su silbido a lo lejos. Alegre es la remembranza de los veraneantes de sentirse plenos subiendo a La Cumbre en busca del clima fresco. Andrés Caicedo la recrea en voz de la reina del Guaguancó en Que viva la Música; ella, cantaba la letra que se le pegaba y repetía en uno de esos días sin ninguna responsabilidad: “Vaya uno a saber cómo y quien le va signando el recorrido por este mundo, por este Cali bello (…) uno de esos (días) viajar en tren a la Cumbre, ese pueblo que fue el rey de los veraneos de la burguesía hará mil años, y hoy es pueblo fantasma, con su casa embrujada en Colina, (….)
Si es que no nos deja el tren, quién entonces nos recibirá en la estación”.
La historia del Ferrocarril del Cauca, llamado después del Pacífico, como lo dijera el periodista y escritor Alfonso Bonilla Aragón es “bella, viril y dolorosa” (Bitácora). Narra el autor el desarrollo de la visión de Tomás Cipriano de Mosquera sobre las ferrovías, desde la financiación de la porción que los inversionistas extranjeros no cubrían y los esfuerzos y sacrificios de los pioneros, hasta la creación de la Compañía del Pacífico, así como la dificultad del trazado Cali - Buenaventura por las pendientes a vencer hasta La Cumbre con toneladas de carga. El corredor férreo llegó a Cali en 1915 e impulsó su crecimiento, el de las ciudades intermedias del Valle del Cauca y la conexión con el mundo por el puerto.
Parte de su infraestructura fueron los famosos talleres de Chipichape para el mantenimiento de las locomotoras a vapor y coches.
Las estaciones les dieron a las poblaciones identidad y crearon un
vínculo afectivo. La Estación del Ferrocarril de Cali denominada Alfredo Vásquez Cobo, inaugurada en 1953, es hoy representativa de la ciudad y de la idea de modernizarla con la construcción de una gran estación de la mano de dirigentes e ingenieros, acorde con el diseño y las aspiraciones de la urbe. Los dos grandes murales que posee le añaden valor como monumento nacional, obras del artista Hernando Tejada que representan un recorrido histórico de la región y del transporte.
Aun cuando el sueño y ejecución de las vías férreas se dio desde el inicio del Estado, decayó el desempeño y la visión acerca de su importancia. Pero se renueva de tiempo en tiempo con la ilusión de que esta vez sí volverá el tren a encarrilarse. Se ha dado un paso acometiendo los estudios de prefactibilidad para la reactivación del corredor del Pacífico desde el puerto de Buenaventura. El Tren de Cercanías impulsado por la Gobernación del Valle del Cauca, Propacífico y empresas públicas y privadas, conectará a Cali, Jamundí, Palmira y Yumbo. Son proyectos con pies en la tierra para los cuales se espera el apoyo decisivo del Gobierno Nacional y el Departamento.