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Incubando terroristas

Una generación de niños y niñas crece sin esperanza, heredando los conflictos de sus mayores sin entenderlos y mucho menos procesarlos. ¿Cuántos terroristas estamos incubando?

31 de octubre de 2023 Por: Gloria H.

No creo en la psicología encerrada en un consultorio. Los problemas emocionales y mentales son de tal magnitud que no se pueden reducir al trabajo personal profesional paciente. Explicaciones claras y científicas deben aportarse para ayudar en la construcción de una mejor humanidad. Aclarando que no es a través de ‘opinadores’ a destajo, sino verdaderos profesionales que aporten luces al porqué de la conducta. Una guerra es desgarradora y no se soluciona con otra confrontación.

Cada conflicto de esas proporciones, hace perder la esperanza en la condición humana. Una generación de niños y niñas crece sin esperanza, heredando los conflictos de sus mayores sin entenderlos y mucho menos procesarlos. ¿Cuántos terroristas estamos incubando? No, así no es. ¿Qué es lo que hemos aprendido o nada hemos aprendido y estamos secuestrados por el pasado?

La Psicología, en especial las Constelaciones Familiares, explica que entre la víctima y el victimario se construye una conexión, un vínculo que no desaparece porque haya distancia física. Quedan ‘conectados’ energéticamente por el conflicto y esta conexión permanece en sus vidas y en las de su descendencia cuando no se han realizado trabajos de perdón y reparación. Se habla entonces de una deuda, un pendiente energético que, sí o sí, hay que sanar. Somos energía y el perpetuador y el victimario resuenan en la misma onda, por eso ‘cruzan’ sus vidas. “¿De dónde vienen las víctimas y de dónde vienen los agresores desde la mirada sistémica? Hellinger decía que el peligro de la víctima es que eventualmente toma la energía del victimario.

En efecto, la conciencia de las víctimas lleva a la violencia; han sido humilladas y en ellas permanece una sensación de vulnerabilidad. Se sienten desempoderadas y para empoderarse recurren a la rabia y a la venganza. Y esto a largo plazo genera violencia. La misma violencia que motivó el comportamiento del perpetrador. De modo que, toda víctima termina por convertirse en el objeto de su resistencia: el perpetrador”.(Cataloji).

El conflicto Palestina-Israel necesita explicación psicológica que saque la discusión de factores políticos, religiosos o históricos. Hay una herida en el pueblo judío, hay un holocausto desgarrador en su historia y pareciera como si esa herida se hubiera despertado para considerar que no pueden soportar una nueva humillación y pase lo que pase, hay ‘permiso’ para la venganza.

Una cosa es defenderse y otra vengarse. Las semejanzas con otro momento de la historia son contundentes y es cuando hay que aceptar que un individuo puede albergar en su interior ambas conductas: puede ser perpetuador, un victimario y a la vez, instantes después, convertirse en una víctima. No existen los contrarios y ambos extremos pertenecen a la unidad: solo consiste en desplazar el péndulo. ¿De dónde vienen las víctimas y de dónde vienen los agresores desde la mirada sistémica? La conciencia de las víctimas lleva a la violencia; han sido humilladas y en ellas permanece una sensación de rabia y venganza. Este impulso será tomado por un ancestro de generaciones posteriores.

Hay que buscar la solución en otros escenarios. Esta guerra es interminable, así se silencien los fusiles, los niños terroristas que hoy incubamos se encargaran de que nunca acabe. ¿Lo permitiremos?

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