Balances y buenos deseos
Duque y su ministro de Salud Fernando Ruiz dirigieron con acierto los esfuerzos del país para controlar la expansión del covid-19. Su éxito en esta gestión ha sido reconocido a nivel internacional.
Según la revista The Atlantic, no se entiende la razón por la cual se ha criticado tanto la labor del presidente de Colombia Iván Duque, a quien la cerrazón argumental de sus opositores no le reconoce prácticamente nada bueno y sí se le hace cargar un pesado fardo de objeciones y censuras, muchas de ellas de evidente injusticia. The Atlantic es uno de los medios más serios de la prensa norteamericana.
Duque Márquez se equivocó y en materia grave en el manejo de las relaciones con Venezuela. No es posible mantener ruptura de relaciones con un país con el cual se comparte una frontera viva de 2200 kilómetros con toda suerte de intercambios comerciales. Como dice Thomas Friedman “los lugares que olvidan su geografía se meten en problemas”.
En los asuntos colombo-venezolanos nos tocó asumir la carga de una migración enorme, alabada por los utopistas de los derechos humanos, pero criticada con fortaleza por muchos otros estamentos. Se sabe que los regímenes marxistas son estructuralmente ineficientes y cuando se quitan miles de bocas de encima, descansan ellos, pero perturban a los países destino de la migración.
Pero es difícil encontrar un presidente colombiano al que le correspondiera lidiar una gran tragedia mundial como fue la pandemia del 2020. La situación es comparable con la que vivió el presidente Eduardo Santos, cuando en septiembre de 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial.
Duque y su ministro de Salud Fernando Ruiz dirigieron con acierto los esfuerzos del país para controlar la expansión del covid-19. Su éxito en esta gestión ha sido reconocido a nivel internacional.
Como si fuera poco, al presidente Duque también le tocó dar manejo a la gran inconformidad social generada por la malhadada reforma tributaria, impulsada por el exministro Alberto Carrasquilla. El movimiento que dio fue totalmente exitoso, pues José Manuel Restrepo demostró gran pericia en el manejo económico y logró calmar los ánimos.
Una reciente encuesta adelantada por una publicación económica arrojó como resultado que los empresarios calificaban con una nota muy alta la labor del director del Dane Juan Daniel Oviedo. De igual manera, la gestión de la ministra de Educación María Victoria Angulo, sin ser brillante, fue efectiva.
El 7 de agosto ha comenzado el gobierno de Gustavo Petro. Guachafita y guacherna apartes, es honestamente deseable que a Petro le vaya bien. Sus primeros nombramientos han mostrado un sincero deseo de quedar bien con sus electores y de no descuadernar el país.
A todas luces en el anunciado gabinete sobresale el nombre de nuestro coterráneo José Antonio Ocampo, economista curtido en el manejo de situaciones difíciles. Ocampo se encargará con su sobriedad y buenas maneras de demostrar a los que quieren ‘vivir sabroso’ que hay que seguir produciendo y trabajando.
El nombramiento de Alfonso Prada como el nuevo ministro del Interior ha sido bien recibido, pues se reconoce en él buen tino en el manejo de las relaciones con políticos y con diferentes sectores del país. De igual manera, otra paisana, María Isabel Urrutia, parece ser la próxima ministra del Deporte y se le anticipa buena acogida.
Posdata: Nunca las diplomacias paralelas han dado buenos resultados. Nadie se explica por qué diantres la presidenta de la Cámara de representantes de Estados Unidos fue al extremo oriente a incendiar las cosas.