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El arte de tachar

Acaso es que la realidad es menos digna de ser contada que la ficción, me preguntó. No supe qué decir ante esa pregunta tan aguda y elemental a la vez.

5 de diciembre de 2018 Por: Julio César Londoño

A las siete de la noche de hoy clausuramos, con una gala de poesía en el Teatro Esquina Latina de Cali, la promoción del Taller de Escritura Creativa Comfandi 2018. No sé qué tanto habrán aprendido los estudiantes. Yo aprendí mucho, sobre todo cuando uno de ellos, el más joven, me preguntó por qué la realidad estaba proscrita de la literatura, o al menos de la narrativa. Acaso es que la realidad es menos digna de ser contada que la ficción, me preguntó. No supe qué decir ante esa pregunta tan aguda y elemental a la vez. ¡Cómo no me había ocurrido!
Pensé hablarle de la novela histórica, donde uno puede colar la realidad, al menos esa que alude a los grandes sucesos de la vida pública. O hablarle de la ciencia ficción, que siempre está mostrando problemas viejos en escenarios futuristas, pero ya el joven se había ido.

El caso es que los talleristas hicieron la tarea. Myriam González expuso en Arte-Aparte, la feria de los independientes, en Cali. A Hernando Orozco le publicaron un cuento espléndido, Higiene amorosa, en la revista mexicana La sirena varada, año II, número 6. A Neil Henry Arenas El Espectador le publicó con gran despliegue el artículoJames Benning: su medida del tiempo.


También llegaron buenas noticias de los exalumnos.

El mismo diario publicó una crítica muy elogiosa del libro Aquella niña azul y otros cuentos, de la joven curadora de arte Juliana Vélez. Eugenio Gómez Borrero creó la Plataforma para la Investigación y Creación de Artes, Cinespina, y presentó el documental María de los esteros en el Festival de Cortos de Bogotá (julio de 2018).

Los profesores también hicimos la tarea. La profesora de poesía, la venezolana Betsimar Sepúlveda, tuvo muchos invitados ilustres en su programa ‘Poesía en la Esquina’ (Jotamario, la guatemalteca Negma Coy, José Zuleta, William Ospina) e intervino la semana pasada en Estrasburgo, en la sede del Parlamento Europeo. Su ponencia giró en torno a una plaga formidable, los populismos de extremas. Luego presentó su libro de poesía en Lecce, Italia, y habló en un congreso venezolanista, en Roma, contra el chavismo, la variedad venezolana de la susodicha plaga. Yo estoy haciendo una adaptación de María para niños, ¡la primera en 150 años! (las ilustraciones son de Jorge Restrepo, el hiperrealista que hace las caricaturas de Semana). Publicaré con El Bando en diciembre El cerebro y la rosa, un libro de ensayos, y con Random House en febrero Sacrificio de dama, una colección de cuentos y ensayos.

Estas realizaciones son significativas y nos enorgullecen, claro, pero lo que en realidad nos importa en el taller son las palabras y los conjuros precisos para que nos obedezcan y se alineen y formen cuentos que conjuguen ingenio y tensión. Y crónicas que tengan la poesía y la humanidad necesarias para que el periódico de ayer siga siendo legible, para que la noticia no muera, para que no todo sea pasto del olvido. Y ensayos de divulgación para que el hombre de la calle pueda asomarse a los laboratorios de los sabios, esos palacios de precisos cristales. Y crítica literaria, donde el aprendiz aprende un quehacer crucial, el arte de tachar.

En febrero iniciamos un nuevo ciclo del taller. Allí volveremos los prosistas a lidiar con la polisemia de las palabras, los poetas a aprovechar esa providencial ambigüedad semántica, y todos, prosistas y poetas, a sacarle jugo a ese antiguo instrumento que nos tocó en suerte, la lengua española.

Sigue en Twitter @JulioCLondono

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