Columnistas
La clave está en el Chocó
Esas riquezas ambientales, bien tratadas y administradas, pueden ser fundamentales para mejorar la calidad de vida de la población que vive en esas cuencas hidrográficas...

Al hacer un breve recorrido a través de la historia, nos podemos dar cuenta de que el interés por unir al océano Atlántico, más conocido como mar Caribe, con el océano Pacífico, ambos en la parte colombiana, ha sido una preocupación de vieja data.
De acuerdo a las denominadas Crónicas de Indias, desde 1513, Vasco Núñez de Balboa informó a los Reyes Católicos de España que se “podían hacer comunicables las cabeceras de los ríos San Juan y Atrato por los arrastraderos de San Pablo y Raspadura” que están ubicadas entre las ciudades de Quibdó, principal puerto sobre el río Atrato, e Istmina principal puerto sobre el río San Juan y distantes entre ellas por tan solo 60 kilómetros. Más tarde, en la Colonia, entre 1782 y 1789, lo ratifica el virrey Antonio Caballero y Góngora de la Nueva Granada.
Luego, los sabios y patriotas Alexander von Humboldt y Francisco José de Caldas, en 1789, opinan sobre la importancia de abrir la comunicación por los océanos Pacífico y Atlántico aprovechando la navegabilidad de estos dos ríos, lo que posteriormente fue respaldado en 1819 por nuestro Libertador Simón Bolívar. Después de eso, muchas otras personas lo siguen manifestando tanto en el Chocó como en otras regiones de nuestro país.
De acuerdo a la geografía colombiana y frente a la urgente necesidad que tenemos, el actual gobierno, sin mayores estudios ambientales y de viabilidad económica, planteó la posibilidad de unir a Buenaventura en el Pacífico con Barranquilla en el Caribe a través de un tren eléctrico elevado y el año pasado, ante la crisis en materia de navegabilidad que ha venido presentando el canal de Panamá, de nuevo al presidente Petro se le ocurrió la idea sin estudios previos, de promover la construcción de un tren rápido de 240 kilómetros de distancia para unir por el Chocó al océano Atlántico con el Pacífico, el cual se convertiría en una alternativa al canal de Panamá.
Como en la vida siempre tenemos que mirar el lado bueno de los hechos, considero que colocar el tema en las agendas públicas de unir el Caribe con el Pacífico ha sido positivo y, en tal sentido, me atrevo a afirmar, sin temor a equivocarme, que la clave está en el Chocó y de manera especial en las riquezas naturales que concentran las cuencas de los ríos San Juan y Atrato, mucho más cuando Colombia es firmante de los compromisos ambientales de Escazú. Esas riquezas ambientales, bien tratadas y administradas, pueden ser fundamentales para mejorar la calidad de vida de la población que vive en esas cuencas hidrográficas, como también del conjunto de la población del Chocó, y del Pacífico y Caribe colombiano. Igualmente, para el futuro del desarrollo económico, biodiverso y ecoturístico colombiano.
De mi parte, continuaré trabajando, junto con otras personas de la diversidad política y social del Valle del Cauca y de Colombia, a fin de lograr que el nuevo presidente y vicepresidente de la República que elijamos el 31 de mayo del 2026, tengan como prioridad en su agenda de gobierno, trabajar conjuntamente con los gobernantes y la gente del Chocó y de la Región Pacífico para lograr la materialización de tan histórico proyecto.
Termino diciendo que, para hacerlo posible sin necesidad de crear nuevos impuestos, es fundamental la colaboración de nuestra Armada Nacional, de las alianzas público privadas a nivel nacional e internacional, pero, ante todo, de las personas que habitan en la zona urbana y rural de la región del Pacífico colombiano.
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