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Miembros de los medios de comunicación trabajan en el centro de medios de la Cumbre de la OTAN el 9 de julio de 2024 en Washington, DC.
Miembros de los medios de comunicación trabajan en el centro de medios de la Cumbre de la OTAN el 9 de julio de 2024 en Washington, DC. | Foto: Getty Images via AFP

Editorial

La cumbre de la Otan

Una vez termine la cumbre en Washington, la Otan deberá dejar demostrada su capacidad de hacerle frente a esos desafíos...

10 de julio de 2024 Por: Editorial

Con los feroces ataques de Rusia a Kiev como antesala y Estados Unidos inmerso en una campaña presidencial que le pasa factura al presidente Joe Biden, ayer inició en Washington la cumbre de la Otan, que celebra los setenta y cinco años de su creación. El apoyo a Ucrania, el fortalecimiento de la propia organización y cómo enfrentar las amenazas que se ciernen sobre el mundo, son los principales temas de la reunión que concluirá mañana.

En su discurso de apertura, Biden dejó claro que el hilo conductor de la cumbre será el apoyo a Ucrania y cómo detener los avances del líder ruso Vladimir Putin. Para ello anunció el envío, junto con Alemania, Rumanía, Países Bajos e Italia, de cinco sistemas antiaéreos Patriot, una de las peticiones urgentes del mandatario ucraniano Volodímir Zelenski para poder enfrentar al enemigo, evitar sus avances y defender su territorio.

Esta cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte debería ser también la de la recomposición de una entidad que fue perdiendo fuerza con el transcurrir de los años, pero que debió actuar con entereza y prontitud tras la invasión rusa a Ucrania, entre otras razones porque varios de sus 32 Estados miembros quedaron expuestos.

Hay que recordar que la Otan nació como respuesta a la amenaza que en su momento significaba la Unión Soviética para el mundo. Con su creación se reafirmó la alianza de la Europa Democrática con los Estados Unidos para responder al avasallador avance del comunismo, dirigido entonces por el dictador José Stalin quien se apoderó de Europa Oriental, adquirió el poder nuclear y no ocultó su pretensión de expandirse.

Así mismo, con la decisión se pretendió evitar las vacilaciones anteriores, que demoraron por dos años el ingreso del país norteamericano en la Segunda Guerra Mundial, como aliado imprescindible para derrotar el nazismo que tenía entonces ambiciones similares a las de Stalin. Setenta y cinco años después, con la Unión Soviética acabada y desplomado el comunismo, de nuevo la Otan se enfrenta a los desafíos que implican las intenciones de un dictador como Vladimir Putin, que ha fortalecido a Rusia y pretende expandir el imperio con la fuerza bruta.

Por ello, se espera que en la Cumbre con la que se celebra el nuevo aniversario de la Organización, se tomen “decisiones clave sobre cómo seguir protegiendo a mil millones de ciudadanos, mientras el mundo enfrenta el ambiente de seguridad más peligro desde la Guerra Fría”, como lo aseguró su saliente secretario general, Jens Stoltenberg, quien entregará el cargo en octubre próximo.

Una vez termine la cumbre en Washington, la Otan deberá dejar demostrada su capacidad de hacerle frente a esos desafíos, pero además probar la necesidad de que permanezca como instrumento vital para mantener el equilibrio militar, estratégico y geopolítico en un mundo en el cual las tecnologías y los cambios hacen obligatorio tener a mano cómo defender las democracias occidentales de los embates del totalitarismo que pretende imponerse desde países como Rusia.

Es decir, nada diferente a las razones por las cuales la Otan fue creada hace setenta y cinco años.

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