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Alberto Valencia Gutiérrez | Foto: El País

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La democracia en América

Aun así, la democracia liberal es el gran patrimonio con el que contamos para construir una sociedad civilizada y, sobre todo, para controlar el uso arbitrario y omnímodo del poder...

3 de julio de 2024 Por: Alberto Valencia Gutiérrez

La democracia en Estados Unidos ha sido siempre un punto de referencia universal con respecto a las virtudes de este régimen político, pero ahora se encuentra en una verdadera encrucijada, ante la imposibilidad de encontrar una generación de relevo que tome el liderazgo en la lucha por la Presidencia, en un momento crucial que parece la antesala de una gran conflagración mundial. La opinión está suficientemente informada sobre la precariedad de las ofertas que en este momento están sobre el tapete: Trump, con un prontuario judicial a cuestas, mentiroso, autoritario y atrabiliario; y Biden, otrora buen candidato, pero ahora decrépito, en una situación que hace muy difícil su ejercicio del cargo.

Asociamos por lo general el origen de la democracia liberal con Inglaterra y Francia y no somos suficientemente conscientes del aporte de Estados Unidos a la construcción de este régimen. La primera gran revolución moderna ocurrió allí y la primera Declaración de los Derechos Humanos no fue la de la Revolución Francesa en 1789, sino la de las colonias norteamericanas. Inspirado por estos hechos, en 1831 un joven francés llamado Alexis de Tocqueville decidió hacer un viaje a este continente para constatar de primera mano cómo se había implantado la democracia en el terreno virgen del ‘Nuevo Mundo’. Y escribió un libro llamado De la democracia en América, publicado en 1835, que hoy en día es un clásico para todo aquel que quiera aprender algo sobre este régimen político.

La democracia llegó a Estados Unidos en las maletas de los famosos pilgrins (peregrinos) que venían huyendo de la persecución religiosa en el viejo continente a comienzos del Siglo XVII. El primer contingente de 150 personas, impregnado de ideas republicanas liberales, llegó a la ciudad de Plymouth, donde crearon su propia ‘sociedad política’ sobre la base de una combinación de principios religiosos y políticos, democráticos e igualitarios. La idea era que la sociedad misma era la que debía regir sus propios destinos y no un poder establecido por encima de ella. Nuestras sociedades latinoamericanas se han conformado bajo la égida del Estado. En Norteamérica, por el contrario, el poder político se conformó desde lo local: “El municipio fue organizado antes que el condado, el condado antes que el Estado, y el Estado antes que la Unión Federal”, nos dice el autor.

Tocqueville asocia la democracia con un imaginario político de la igualdad, entendida no como un hecho sino como un “deber ser de la vida colectiva”. Los hombres y las mujeres, para solo poner un ejemplo, no somos iguales, pero la aspiración a la igualdad transforma el significado de nuestras relaciones. Y por esa vía las diferencias entre los hombres y las mujeres no se convierten en fundamento de la dominación de los hombres sobre las mujeres. En síntesis, pues, la democracia es una aspiración a la igualdad, y como tal, un principio creativo y transformador.

El análisis de Tocqueville, de todas maneras, no se queda simplemente en presentar las virtudes de la democracia, sino también sus ambigüedades, sus consecuencias negativas y sus peligros. Una sociedad democrática corre el riesgo de que la ‘tiranía de las mayorías’ tienda a “nivelar por lo bajo” a la población, a impedir que los más talentosos sobresalgan, a imponer incluso la tontería y la estupidez como regla de la vida colectiva. Eso es lo que estamos viendo en este momento en el debate presidencial de Estados Unidos, repleto de mentiras y de efectos mediáticos para movilizar un público inculto y, sobre todo, para desconocer el derecho de las minorías a existir.

Aun así, la democracia liberal es el gran patrimonio con el que contamos para construir una sociedad civilizada y, sobre todo, para controlar el uso arbitrario y omnímodo del poder, la gran amenaza que se cierne sobre nosotros en este momento.

Posdata. Al lector interesado le recomiendo un artículo de mi autoría llamado ´Alexis de Tocqueville. Claves para la lectura de La democracia en América´, que se encuentra en Internet con solo teclear estas palabras. El libro aún se consigue en librerías.

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