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Alberto Castro Zawadsky

Opinión

La enfermiza mentira

Candidato o partido al que se le compruebe que ha usado la trampa y el engaño, debe descalificarse de la contienda. El funcionario que use la mentira en el desempeño de sus funciones no solo debe ser destituido

2 de septiembre de 2023 Por: Alberto Castro Zawadsky

Se discute en muchos foros la incapacidad mental o física del Presidente para seguir gobernando. Los más de 80 incumplimientos con los que se ha sabido adornar en un año de gobierno, los trabalenguas incomprensibles que, con tanta convicción declama, son pasto humorístico para comediantes y mamagallistas entre los que se destaca Jhovanoty con sus confundibles imitaciones. La lengua pastosa y trabada con la que pretende desenredar sus enredos, ha puesto a muchos a pensar que inhala, toma o se inyecta ayuditas para lidiar con las frustraciones de quien se ha pasado toda una vida en el cómodo oficio de la crítica y ahora enfrenta las dificultades de hacer.

Quienes se desconciertan con su desordenada agenda no alcanzan a entender que para el Narciso, eso de respetar a los demás, no existe. Él es el centro y los demás solo están para adaptarse a sus deseos, limitaciones, trasnochos y perezas.

Plantean un examen médico, desconociendo que un Narciso enreda al más avezado psiquiatra. El diagnóstico se concluye con la observación de su comportamiento. Igualmente, los adictos no se comprueban interrogando al enfermo, sino con exámenes de sangre al azar.

En una democracia es razonable ponerle atención a la salud del Presidente, pero el verdadero riesgo que enfrentan casi todos los que creen en el diálogo pacífico y civilizado, como único recurso para la convivencia, está en la búsqueda de la verdad.

Las mentiras se diseminan a velocidad covid y los expertos en manipulación saben que con encender el botón de la ira, el miedo o el odio, se garantiza la fidelidad a una historia falsa. Con esto logran radicalizar bandos al extremo de hacerles creer que solo la eliminación del rival, soluciona el conflicto.

Propongo penalizar la mentira. Una cosa es la libertad de expresión y otra los tramposos que mienten con desfachatez, inventan historias, falsifican fotos y videos para desacreditar a otro o promoverse. Así como hay herramientas para fabricar falsedades, también hay muchas y muy buenas, para detectarlas. Así como el sector comercial actúa cuando detecta publicidad engañosa, la democracia debe tener herramientas fuertes para detectar y sancionar la mentira. Candidato o partido al que se le compruebe que ha usado la trampa y el engaño, debe descalificarse de la contienda. El funcionario que use la mentira en el desempeño de sus funciones no solo debe ser destituido, sino que debe quedar inhabilitado. El Presidente que use el engaño como herramienta para gobernar debe ser enjuiciado y tratado con mucha más severidad que si le detectan psicoactivos o le demuestran un severo trastorno de la personalidad.

El cinismo con que Petro victimiza a Nicolasito, “trastornado por el amor”, y responsabiliza a la prensa de la muerte de su jefe de seguridad, con la venia de sus ‘aguerridos entrevistadores’, solo es comparable al de Trump con sus intentos de manipulación de las elecciones. 30.000 mentiras documentadas durante su Presidencia y no le pasó nada.

Con la verdad y apego a los hechos, es posible el diálogo y convivencia de opuestos. En cambio, la tolerancia, con ficciones tan descaradas, conduce invariablemente al odio, la violencia y la guerra.

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