Columnistas
La forja de un sueño
He tenido la oportunidad de verlo trabajar apasionadamente por algo en lo que cree y sueña día y noche, y ha sido un privilegio aprenderle a alguien a quien admiro profundamente.
Una visita en 1972 de Hugo Lora Camacho, uno de los líderes cívicos de la Cali del Siglo XX, y quien dirigía la FES, inició una de las grandes aventuras del Valle en los últimos 50 años en materia educativa y de transformación social. Esa llamada, para que el entonces profesor de la Universidad del Valle recibiera un grupo de estudiantes, terminó el lunes pasado con la rectoría de Luis H. Pérez en la Universidad Autónoma de Occidente por 50 años.
El pasado lunes 4 de marzo, en medio de su último Consejo Superior, entregó el informe 2023 y se despidió de manera sobria y privada a su mejor estilo, para poder darle paso al inicio de la nueva rectoría de Diego Hernández, quien lo sucederá no en la dirección de la Universidad, sino en el cuidado de lo que fue su casa, su sueño, y su vida entera.
Eso fue lo que Luis H. entregó el lunes. No la rectoría de la Universidad, él entregó su casa. El lugar donde caminaba los fines de semana para revisar sus jardines; el lugar donde disfrutaba de la bulla estudiantil, y por tanto, odiaba la época de vacaciones y el silencio de los pasillos; la UAO fue y será siempre, su lugar favorito en el mundo, pues sin lugar a dudas, su mayor hobbie en la vida ha sido trabajar por su sueño y por el sueño de 41.000 egresados, más de 1000 colaboradores, y casi 10.000 estudiantes que lo construyen a través de la educación superior.
Es un orgullo ver proyectos como la UAO que nacieron con motivaciones comunitarias, y fueron estructurándose alrededor del liderazgo de su rector y la ejecutoria de un equipo comprometido con la transformación de la región a través de la educación. Ese ha sido el sello de quienes nos sentimos parte de la comunidad Autónoma; un sello transformador, que entendió su rol en una sociedad con necesidad de nuevos referentes.
Pocas personas tienen el privilegio que él tuvo de diseñar su sueño, sembrar las bases, e irlo construyendo en cada etapa durante 50 años, acompañado de un equipo maravilloso de personas que durante esas 5 décadas acolitaron su sueño, enriquecieron su visión y la llevaron a cabo.
En la época de las redes sociales, donde tenemos un ruido ensordecedor bombardeado de basura digital, se nos pierden los liderazgos cautos, silenciosos, mesurados, y con visión de largo plazo. Hoy, en época de COP 16, Luis H. entregó la Universidad con el campus más sostenible del país y la número 37 del mundo en este sentido. Además, es la única Universidad con patrimonio financiero autónomo en la región, y uno de los más importantes del país, que no le genera dependencia de ningún grupo de interés, y con el orgullo de ser la institución de educación superior líder a nivel nacional en formación virtual, con una clara apuesta por la multimodalidad como modelo de desarrollo futuro para jóvenes inconformes con los marcos formativos actuales.
El de Luis H. y la Autónoma, son liderazgos entrelazados y marcados por un sello muy particular, el de la modestia y el servicio. Así es su personalidad, diseñado para servir y pensar en cómo generar impacto a través de la educación que ha sido su pasión. Obsesionado por la generación de oportunidades, y por asegurarse que los estudiantes tengan un lugar en la UAO, diseñó un fondo propio de becas que suma más de $21.000 millones para atender estudiantes con dificultades económicas. Hace veinte años, junto a Comfandi armaron un proyecto de vivienda propia para los colaboradores de la UAO, pues ya muchos habían hecho uso del fondo de apoyo educativo y para él, faltaba algo más, la casita propia. Así fue como se construyó un barrio completo de 90 casas donde se respiraba ese sentimiento de comunidad y familia que las transformaciones sociales generan.
He tenido la oportunidad de verlo trabajar apasionadamente por algo en lo que cree y sueña día y noche, y ha sido un privilegio aprenderle a alguien a quien admiro profundamente. Hoy, el rector se retiró, y nosotros, en su familia, recuperamos a nuestro padre, esposo, abuelo, suegro, padrino y tío. ¡Qué orgullo Papá! Te deseo lo mejor en este nuevo viaje hacia la jubilación a tus 91 años. ¡Sos un gran ejemplo de cómo se forja un sueño!