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Carlos E. Climent
Carlos E. Climent | Foto: El País

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La incapacidad de escapar

Muchas personas atrapadas en situaciones inaceptables se resisten a salir de ellas.

20 de octubre de 2024 Por: Carlos E. Climent

Las personas en su desarrollo psicológico pasan irremediablemente por diversas etapas que van del nacimiento a la muerte. En cada período (infancia, adolescencia, adulto joven, adulto maduro, jubilado y anciano) hay unas metas precisas a ejecutar. Hasta para morirse es necesario haber cumplido con unos requisitos previos. Los que vivieron los ciclos cuando correspondía, suelen hacer el tránsito de una etapa a la otra, y de esta vida a la otra, sin mayores sorpresas. Nadie se las salta sin pagarlo después.

Un ejemplo entre muchos, es el de la niña que no pudo experimentar la adolescencia cuando le correspondió y se metió prematuramente en un matrimonio que por muchos años le impidió ser ella. En parte por las imposiciones, en parte por su propia voluntad, decidió poner en el congelador su realización como ser humano libre y se dedicó, cual autómata, a cumplir las tareas que fueron surgiendo.

Julieta tiene 40 años, 4 hijos y un marido de 58 que vive ocupadísimo y que nunca ha permitido que su esposa “se sacrifique” trabajando. El hijo mayor tiene 23 y la menor 16. Eso significa que Julieta quedó embarazada a los 16 y lleva lidiando pañales, criando hijos y administrando a varios adolescentes y a un marido machista, más de la mitad de su vida. “Una eternidad” según se vino a dar cuenta apenas ahora cuando por unos episodios de pánico se ve obligada a consultar. Julieta va a intentar vivir su propia existencia así sea después de su prolongada reclusión en un mundo en el que se metió sin saber muy bien lo que hacía.

Este caso es el producto de la condensación de muchas historias de personas para quienes su crecimiento emocional quedó atrapado en una maraña de presiones que condujeron a acuerdos precipitados tomados en momentos de confusión. Por fortuna, los errores de juicio cometidos bajo esas circunstancias, tarde o temprano buscan corregirse.

En las relaciones de pareja el crecimiento rara vez es idéntico. A veces ella madura psicológicamente más que él. A veces es al revés. Cuando hay tino, amor y generosidad de parte y parte, se dan las condiciones para hacer una equilibrada evaluación de cada circunstancia. Gracias a tal revisión se desmontan fachadas, se determina la calidad y profundidad de los afectos y la disposición de cada cual para enfrentar su propia rigidez y egoísmo. Tal proceso lleva, unas veces a realizar los correctivos necesarios para fortalecer la relación, otras veces lleva a profundizar la crisis.

Para los que se acomodaron a situaciones indignas, el que les abran las puertas del presidiono significa que quieran salir. Son siervos que quieren seguir allí, incapaces de actuar. Y terminan como ejemplos vivientes de lo que Damien Hirst, el prestigioso artista británico, denomina “The acquired inability to escape”, título de una conocida instalación, con profundas implicaciones psicológicas, que realizó hace algún tiempo en Londres y que se refiere desde una original perspectiva artística, a la vocación de esclavos de ciertas personas.

Nota: Esta columna reaparecerá en noviembre 10 del 2024.

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