Columnistas
La paz total se desfondó
La ausencia ya estructural del Estado Colombiano de tantos rincones de la geografía nacional está siendo ahora agravada con la incapacidad de respuesta de las fuerzas militares.
Los paros armados del ELN en el Chocó; las brutalidades de las disidencias en distintos departamentos con los drones y las tomas de escuelas; el clan de Golfo haciendo de las suyas en los corredores de la coca… En final de cuentas, todos los alzados en armas, los criminales de la coca y la minería ilegal, todos haciendo de las suyas, mientras que el Gobierno no asume una estrategia contundente y consistente de perseguir a los delincuentes.
Las órdenes que han tenido tantas unidades militares ‘parqueadas’, sin buscar enfrentamientos, que los ha llevado a tragarse a diario muchos sapos, y hacerse los desentendidos por las órdenes de no salir al combate.
La ausencia ya estructural del Estado Colombiano de tantos rincones de la geografía nacional está siendo ahora agravada con la incapacidad de respuesta de las fuerzas militares. Esta situación ha llevado a que muchos grupos armados ilegales estén tomando posesión de muchos corredores y de zonas estratégicas.
Vemos cómo todo lo que se había ganado por la paz firmada con las Farc, sencillamente se está perdiendo. Qué dolor. La falta de estrategia acertada por parte del Gobierno Petro está saliendo muy costosa para la estabilidad del país y muy particularmente de regiones que han sido tradicionalmente olvidadas y presas de la violencia. Los pobres nuevamente pagando los costos de pésimas decisiones gubernamentales.
La improvisación de la paz total desde hace dos años por cuenta de una idea difusa y mal diseñada de reconciliación que incluye el perdón social del presidente Petro nos está pasando una factura muy alta. Y lo peor es que la pagan en buena parte las comunidades más marginadas del país.
Estudiosos como el director del doctorado de Paz de las Universidades Valle y Javeriana Cali, padre jesuita Mauricio García, bien señalaba recientemente en una evaluación de la Paz Total, que puede llevar a una paz parcial o peor a un recrudecimiento de la violencia. Pues bien, lo que tenemos delante de todos es el recrudecimiento de la violencia.
“Hasta el momento el debate se ha centrado en los procesos de negociación y sometimiento de los actores armados ilegales, dejando de lado otros componentes que debería tener la política, para ser realmente una Paz Total, grande e integral. La Paz Total requeriría, con relativa urgencia, una hoja de ruta clara y realista sobre cuál es la paz posible en las actuales circunstancias”. No hay hoja ruta clara, la sola que existe es la perturbadora cuenta de X de Petro.
Una de las grandes equivocaciones de Petro ha sido, como lo dice García: “Una política de paz no es viable sin contar de forma paralela con una política de seguridad que le dé respaldo. En otras palabras, sin medidas disuasivas en el orden militar, es difícil que se avance en negociaciones de paz y en alternativas de sometimiento a la justicia”. Garrote y zanahoria, esa es la combinación viable.
Qué doloroso este fiasco de la Paz Total, paz para nadie, dolor para muchos, especialmente para los pobres.