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La plenitud de la vida

Las actitudes positivas ahuyentan la enfermedad.

11 de febrero de 2024 Por: Carlos E. Climent
Carlos E. Climent
Carlos E. Climent | Foto: El País

Una vida plena está muy ligada a la actitud, al carácter, la calidad de las emociones y la profundidad de los afectos. Aquellos que viven más gratamente son los que suelen tener una actitud positiva, a pesar de las inevitables dificultades, enfermedades y problemas de la vida.

Si hacemos el ejercicio de pensar en las personas que viven plenamente, y de recordar a los allegados que ya no están con nosotros pero que disfrutaron de la vida, nos encontramos con que muchos de ellos tienen ciertas características en común. A continuación, algunas observaciones que, generalizando, nos quedan de este análisis:

*Amar con generosidad.

*Vivir disciplinada y mesuradamente.

*Siempre disfrutar del trabajo, cualquiera que éste sea.

*Entender que las dificultades son inherentes a la vida. Y que el sufrimiento y la incertidumbre son parte integral del devenir cotidiano. Aceptar dichas dificultades permite solucionar problemas y superar frustraciones.

*Aceptar lo más pronto que sea posible, la realidad, la imperfección y los errores (sin darse látigo).

*Disfrutar del camino hacia la meta sin obsesionarse con el resultado final.

*No tragar entero, ni pensar con el deseo, ni asumir nada.

*Tener presente que la gente tiende a “volarse” el semáforo en rojo.

*Insistir en la necesidad de conocer muy bien a la gente antes de comprometerse (en los negocios y en el amor).

*No dejarse controlar por los impulsos.

*Batallar, aceptando que no siempre se gana, contra las maldiciones de ciertas figuras de autoridad: “Usted no sirve para nada… es bruto para las matemáticas... para la música… fútbol, ni lo piense, con esa descoordinación no lo van a querer en ningún equipo”.

*Nunca dejarse dominar por los sentimientos de culpa. No autoflagelarse: “Por lo que hice (o por lo que dejé de hacer), merezco un castigo. Si no me aceptan, es por culpa mía”.

*Tener claro que la pereza, con sus diferentes disfraces, es el pecado capital por excelencia y es una de las razones más importantes tras los fracasos. Y entender que desnudar al allegado perezoso que se oculta detrás de tantos personajes de la vida diaria, es fundamental para vivir equilibradamente. Por ejemplo, identificar con claridad al que se pasa la vida aguantando situaciones insostenibles. Al que le fascina sufrir en silencio. Al diplomático de carrera que evita todas las confrontaciones. Al simplista para quien todo es fácil porque no quiere profundizar en nada y termina conciliando lo inconciliable. Al ingenuo que se lo cree todo para no tener que hacer el esfuerzo de cuestionar nada. Al indeciso que siempre tiene una razón para no actuar.

*No temerle ni dejarse humillar por la soledad.

*No vivir de acuerdo a los mitos de la fachada social, la felicidad completa, la familia modelo o los padres perfectos. Dichos mitos son mentiras que terminan desgastando a las personas.

*No dejarse llevar por las tentaciones de la ambición desmedida pues la riqueza material (si no viene acompañada de la riqueza espiritual) no le llena el alma a nadie.

Nota: Un último adiós a mi querido colega de tantos años, Roberto Perdomo, maestro de maestros y gran profesional de la psiquiatría. Mis condolencias más sentidas para Ruby y familia.

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