Columnistas
La prudencia que no fue
Desde ya sabemos que Petro recurrirá a la figura de llamar ‘dignidad’ a los fracasos diplomáticos y las decisiones que llevarán a un futuro que afectará a millones de colombianos.
Ha pasado menos de una semana desde la posesión de Trump como presidente número 47 de Estados Unidos y el presidente Gustavo Petro ha desatado una de las peores crisis diplomáticas con ese país vistas en nuestra historia. La irresponsabilidad de la diplomacia twittera de Petro recuerda que la supuesta prudencia que tanto se promovió en el manejo de la situación política de Venezuela no era más que un engaño. Si hay una antítesis de la prudencia en materia diplomática, es precisamente el manejo que el gobierno le ha dado a las relaciones internacionales.
Desde el triunfo de Trump en noviembre de 2024, Petro ha compartido en su cuenta de X decenas de publicaciones opinando sobre el proceso político que ha comenzado en Estados Unidos. Sin temor a las consecuencias diplomáticas de sus palabras, ha cuestionado varias políticas de Trump y ha defendido decisiones judiciales en su contra. Como si eso fuera poco, en las últimas horas la relación entre ambos países ha alcanzado un clima de enorme tensión por cuenta de la respuesta de Petro ante el regreso al país de migrantes provenientes de EE. UU.
El presidente Petro, que en un principio aprobó la medida y en menos de una hora la rechazó, aprovechó la situación para construir una rivalidad que buscará explotar en el ámbito internacional. Pero la irresponsabilidad de esta pelea que Petro buscará profundizar se verá traducida en consecuencias que afectarán las vidas de millones de colombianos. Una pelea con el principal aliado regional no puede salir bien y solo dejará pérdidas para los dos países.
El primer mandatario y primer opinador de la política global había hablado hace apenas semanas de la necesidad de guardar la prudencia en la diplomacia para evitar una crisis mayor en el caso de Venezuela. Sin embargo, ante la primera oportunidad de desatar la polémica frente a Trump, se quedó en el olvido aquel principio de la mesura, una práctica que el presidente Petro no había implementado con la menor frecuencia durante su gobierno, pero que súbitamente decidió poner en uso cuando Nicolás Maduro cometió fraude en las elecciones de 2024 ante los ojos del mundo entero. Cada vez queda más claro que al único gobierno que Petro ha decidido no levantarle la voz es al de Maduro, con el falso argumento de que la prudencia protegería la relación bilateral. Para los rivales la furia es ilimitada, sin pensar en las posibles consecuencias, y para los amigos la complicidad trasciende todos los límites de lo aceptable.
Lejos del disfraz de prudencia con que buscó justificar su silencio cómplice con el fraude en Venezuela, Petro ha escogido el camino del manejo de la relación con Estados Unidos desde los trinos y los ataques al gobierno de ese país. Esa postura, que afectará de sobremanera al país, la aprovechará para construir una rivalidad de cara a las elecciones de 2026 y para retomar una de las más trasnochadas banderas de la izquierda: la del antiimperialismo.
Desde ya sabemos que Petro recurrirá a la figura de llamar ‘dignidad’ a los fracasos diplomáticos y las decisiones que llevarán a un futuro que afectará a millones de colombianos. Pero la improvisación, la imprudencia y la irresponsabilidad en las relaciones internacionales jamás llevarán a un destino de dignidad, sino de ruina.
Posdata: ¡No olvidemos la crisis que atraviesa el Catatumbo ahora que toda la atención gira hacia la nueva pelea del presidente Petro!
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