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Bernardo Peña Olaya

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La terminal

Ha prestado y sigue prestando un gran servicio a la ciudad, mueve miles de pasajeros al día que entran y salen de este puerto.

3 de septiembre de 2024 Por: Bernardo Peña Olaya

Está cumpliendo 50 años y fue la primera en su género en todo el país, Cali fue la primera ciudad capital en tener una y esto llenó de orgullo a todos sus habitantes, pero esta era una Cali muy diferente a la que conocemos, con menos de un millón de personas y la ciudad más cívica, lejos del ‘sálvese quien pueda’ en la que se convirtió.

Ha prestado y sigue prestando un gran servicio a la ciudad, mueve miles de pasajeros al día que entran y salen de este puerto. Sin embargo, la Terminal de Transportes de Cali quedó atrapada en lo que ahora es una zona densamente poblada y con alto flujo vehicular, está ubicada en medio de los corredores viales más importantes que comunican al norte con el resto de la ciudad y los enormes buses que van al resto de Colombia tienen que lidiar con el tráfico y el pésimo estado de las vías que la circundan.

No tiene parqueaderos a su alrededor que den albergue a los cientos de vehículos que todos los días ingresan por sus rampas por lo que los vecinos del sector tienen que soportar el ruido y el humo de sus motores; la zona contigua a la terminal tiene montallantas, talleres automotrices, bombas de gasolina, lavaderos de carros que generan contaminación ambiental, auditiva y visual, son feos, sí, son feos; sus estrechas y maltrechas calles están convertidas en improvisados parqueaderos que funcionan las 24 horas del día con el consecuente deterioro en la calidad de vida de quienes viven cerca de allí.

No digo que tenga que desaparecer, pero sí que es hora de que Cali tenga otra terminal en el sur de la ciudad, que descongestione a la actual terminal y que libere la ciudad de la circulación de buses intermunicipales de gran tamaño que la atraviesan de norte a sur y viceversa.

Recuerdo de niño, las protestas que rodearon a la construcción de la terminal de transportes de Bogotá lideradas por el cura párroco del barrio Modelia que pregonaba el deterioro que vendría con la presencia de buses y de talleres, prostíbulos y hoteluchos a los barrios del occidente de Bogotá. Al padre Víctor, un misionero de la consolata, no se le cumplieron sus predicciones y la terminal de transportes jalonó el desarrollo de esa zona, convirtiéndola en Ciudad Salitre, un sector con uno de los metros cuadrados más caros de Colombia.

La otra terminal de Cali tiene que ser moderna, generadora de desarrollo y no de problemas, ubicada en el sur, una terminal mejor que las que tienen Medellín y Bogotá, con zonas especiales de parqueo, estaciones de servicio en su interior, sin talleres ni zonas de indigencia como las que rodean a nuestra querida y cincuentona terminal que cada año que pasa nos queda más pequeña. Se puede abrir un proceso en el que la empresa privada, los mismos transportadores la construyan y la manejen en concesión a cambio de cumplir con esas condiciones. Abro el debate.

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