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La Tertulia tomada por el M-19
La misión de la Comisión de la Verdad es que esos hechos no se olviden ni se repitan. Cartografiarlos desde un satélite no ayuda mucho a ese propósito, aunque se reconoce la noble intención...
En los tres pisos del edificio de las colecciones del Museo La Tertulia se exhibe ‘Huellas de Desaparición’, una exposición que busca contribuir a analizar el conflicto colombiano mediante el análisis geoespacial de datos e imágenes aéreas y satelitales, como resultado de una colaboración entre la Comisión de la Verdad de Colombia y la agencia de investigación Forensic Architecture. Lo difícil de entender es qué tiene que ver el análisis geoespacial y las imágenes satelitales, de alta tecnología, con el cruel, macabro y primitivo conflicto colombiano.
Los episodios que de esta manera tan sofisticada se analizan son la toma del Palacio de Justicia por el M-19, que es un trabajo de disección de las imágenes de esos dos días aciagos de 1985, para seguirle el rastro a las personas desaparecidas por las fuerzas de seguridad del Estado, cuya existencia ha sido suficientemente documentada y cuyo destino aún se desconoce; dos masacres del Urabá antioqueño en tiempos del auge del paramilitarismo, que ha habido tantas, también suficientemente documentadas; y el desplazamiento por fuerzas ilegales de la comunidad Nukak, un pueblo indígena nómada que habita en las selvas del Guaviare.
La cartografía de esos hechos por el Instituto de la Universidad de Londres, que bajo el nombre de Arquitectura Forense se especializa en ese tipo de análisis y los ha aplicado a distintos episodios de violación de los derechos humanos alrededor el mundo, luego exhibidos en los museos, se basa en una recopilación de archivos y documentos, que puestos en secuencia sobre un enorme plano tratan de ser, sin conseguirlo, la fotografía de unas tragedias, que se sucedieron a nivel del suelo, ocultadas o ignoradas, que gracias al periodismo y la propia Comisión de la Verdad, han salido a la luz.
Los temas de las desapariciones del Palacio de Justicia (no se menciona para nada a las demás víctimas), de las alianzas entre el paramilitarismo, el Ejército y los terratenientes, para asesinar campesinos y apoderarse de sus tierras, formaron en su momento una actualidad nacional vergonzante.
La misión de la Comisión de la Verdad es que esos hechos no se olviden ni se repitan. Cartografiarlos desde un satélite no ayuda mucho a ese propósito, aunque se reconoce la noble intención de esa visión del primer mundo sobre nuestras miserias. Es un trabajo que pertenece más a la sociología que al arte. Pero como arte es todo lo que se exhibe en los museos, según la expresión de Marcel Duchamp ya centenaria, el excelente montaje de la exhibición, sus salas oscuras donde se proyectan videos de las víctimas y los grandes planos cartográficos coloridos, le dan esa categoría. Y se reconoce el acto valiente y sincero de presentarla en el Museo La Tertulia como una mezcla de política, ética y arte, según sus curadores.
Por el estilo la exposición titulada ‘Entre agua y raíces’, de Marcela Pinilla que en la sala Maritza Uribe de Urdinola se exhibe sobre La Chiqui, la guerrillera del M-19 que participó en la toma de la Embajada Dominicana en 1980 y fue dada de baja en combate por el ejército en el Chocó en 1981.
Otra vez recursos documentales de la accidentada vida de Carmenza Cardona Londoño para ambientar el enorme mural pintado en las paredes de la sala, que es casi una expresión bucólica de la vida guerrillera. El Palacio de Justicia y la Chiqui. La Tertulia tomada por el M-19, en los nuevos tiempos que corren.