Columnistas
La trompeta del Pascual
Durante más de tres décadas, Aldemar Giraldo Arango fue el trompetista del estadio Pascual Guerrero de Cali, así como de la Plaza de Toros y el hipódromo. Su salud se ha deteriorado. Esta es su historia.
Al trompetista del Pascual Guerrero no le gusta el fútbol. No es hincha ni del Cali, ni del América. Por eso, durante los 35 años que tocó la trompeta desde la pista atlética en el sector occidental, bien sea un minuto de silencio o el himno nacional, una vez terminaba su acto empacaba el instrumento y salía del estadio, sin ver el partido.
Su nombre es Aldemar Giraldo Arango, y tiene 76 años. Debido a cinco isquemias consecutivas, su salud se ha deteriorado. Su esposa, Carolina Jiménez Delgado; sus hijos Mauricio, Gustavo Adolfo y Diego Fernando, y sus nietos Ivanna, Juan Diego, Juan Camilo, Carolina y Pablo Alejandro, se han unido para rendirle, en vida, un homenaje y evitar esas ironías del destino que advierte el periodista deportivo JJ Miranda: “El hombre que tantas veces tocó el minuto de silencio en el Pascual Guerrero, podría no recibir ningún homenaje y tal vez nadie le va a tocar el minuto de silencio cuando él muera”.
El trompetista del Pascual – y de la Plaza de Toros – nació en Aguadas, Caldas, el 16 de agosto de 1947. Cuando tenía 13 años recibió sus primeras lecciones de solfeo e interpretación de trompeta con el maestro Bertulfo Sánchez Rivera. A los 16 ya hacía parte de la banda de músicos del batallón Agustin Codazzi de Palmira y luego de la orquesta Continental.
Fue Horacio Patiño, el administrador del Pascual Guerrero, quien lo invitó para que fuera el trompetista del estadio, donde permaneció desde inicios de la década del 80, hasta los primeros años del Siglo XXI. Aldemar Giraldo fue el encargado de interpretar el himno nacional el 15 de marzo de 1989, cuando América organizó el partido de despedida de Willington Ortiz.
También tocó el minuto de silencio por las víctimas de la tragedia ocurrida en el estadio el 17 de noviembre de 1982: 22 hinchas murieron y 200 resultaron heridos luego de una estampida. En el siguiente partido, en el viejo reloj de la tribuna norte, se leía: “La Asociación Deportivo Cali rinde homenaje a la memoria de las víctimas del 17 de noviembre pasado. TROMPETISTA: ALDEMAR GIRALDO”.
Además de que no era amante del fútbol, había otra razón por la cual Aldemar, una vez terminaba de interpretar la trompeta en el estadio, a veces vestido de frac y otras veces con la camiseta de la empresa donde trabajó toda la vida, La 14, salía raudo sin ver el partido: era un hombre muy ocupado.
En 1984, cuando tenía 37 años, ingresó al conservatorio Antonio María Valencia para convertirse en Maestro en Trompeta. También se matriculó en la Universidad Libre en la carrera de administración de empresas con énfasis en mercadeo.
En los supermercados La 14 fue administrador de algunos almacenes y luego la mano derecha de uno de sus propietarios, don Jaime Cardona. Aldemar era el relacionista público. Todo el que necesitaba hablar con don Jaime, desde presidentes de la República como Andrés Pastrana hasta empresarios de multinacionales como Carlos Ardila Lule, debían primero hablar con Aldemar.
En una ocasión, la diva Amparo Grisales fue a La 14. Cuando ella salió de un ascensor, se encontró con él, quien le dijo: “Amparito, bienvenida, qué alegría, mira cómo me erizo”. Se sospecha que, desde entonces, Amparo Grisales siempre dice cuando se emociona: “me ericé”.
Aldemar, quien grabó un álbum mientras trabajó en La 14, en el que interpretó con su trompeta canciones como New York – New York, llegó a querer tanto la empresa que cuando se jubiló, decidió no volver a pasar cerca de un almacén. La nostalgia lo llevaba hasta las lágrimas. Se refugió en la familia.
Su gran pasión, además de la música, son los toros. Aldemar no solo es una enciclopedia taurina, sino que, durante más de tres décadas, fue la trompeta de la Plaza de Cañaveralejo. Anunciaba los cambios de tercio, tocaba el minuto de silencio. Cuando se acababa la corrida, por orden de presidencia, interpretaba pasodobles junto a su esposa, quien lo acompañaba con las castañuelas, mientras el público se retiraba de los tendidos y daba la espalda al ruedo para aplaudirlos. Cuando Pepe Cáceres toreaba en Cali, buscaba a Aldemar para que tocara el Bunde Tolimense.
Cali, entonces, está en mora de homenajear al hombre que también fue la trompeta del hipódromo, conservar su historia y su memoria. Por lo pronto, su familia abrió un correo para los amigos que deseen enviarle un mensaje: aldemargiraldotrompeta@gmail.com. Él, aunque tiene dificultades para hablar, escucha perfectamente, y se emociona cuando le recuerdan las anécdotas de la gente que lo quiere.
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