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Liderazgo

El liderazgo de hoy no puede ser reactivo, debe ser adaptable, conectado y consciente de las complejidades del mundo moderno.

26 de enero de 2025 Por: Luis Fernando Pérez
Presidente de la Cámara de Comercio de Cali
Luis Fernando Pérez | Foto: El País

En una era marcada por la disrupción tecnológica, la polarización política y el cambio social acelerado, el liderazgo enfrenta nuevos desafíos que exigen una reconfiguración de las habilidades y las prioridades de quienes dirigen organizaciones, comunidades y países.

Expertos como Simon Sinek y Adam Grant han resaltado características fundamentales que los líderes modernos deben incorporar para tener éxito y generar un impacto duradero. Sinek, autor de ‘Empieza con el Porqué’, sostiene que el liderazgo efectivo radica en inspirar confianza y en la capacidad de articular un propósito claro. Según él, los grandes líderes no solo son estrategas, son igualmente guías emocionales que crean entornos donde las personas pueden florecer. Recalca también que la empatía y la autenticidad son atributos indispensables en un mundo donde las generaciones más jóvenes buscan más que un empleo: quieren formar parte de algo significativo.

Por su parte, Adam Grant, autor de ‘Potencial Oculto’, aboga por un liderazgo basado en la colaboración. Grant desafía el modelo tradicional del líder como figura de autoridad, y promueve un enfoque que valora la humildad y la disposición para aprender de los demás, demostrando que los líderes más efectivos son aquellos que fomentan culturas organizacionales de apoyo mutuo y aprendizaje continuo, en lugar de centrarse exclusivamente en resultados a corto plazo.

En el contexto político, estas ideas cobran una relevancia especial, particularmente en América Latina, pues nuestra región atraviesa un momento crítico en el que los modelos de liderazgo tradicional han perdido legitimidad ante las crecientes demandas ciudadanas por transparencia, justicia y sostenibilidad. La polarización política, los escándalos de corrupción, la desigualdad estructural, y el poco crecimiento económico han erosionado la confianza en las instituciones y en sus líderes, dando paso a soluciones populistas basadas en características de liderazgo anacrónico e hiperpersonalistas que riñen con lo que estamos viendo en las demás esferas de nuestra sociedad. Este escenario convulsionado exige nuevos dirigentes que no solo sean competentes técnicamente, sino capaces de construir puentes en sociedades fragmentadas.

El Foro Económico Mundial (WEF) en Davos ha sido un gran ejemplo de ello para nuestra región. En los debates de cambio climático, transición energética y nuevos retos tecnológicos, la voz de la región a menudo quedó relegada por falta de una narrativa clara y unificada. En lugar de aprovechar estos escenarios para proyectar una visión renovada, muchos líderes latinoamericanos se enfocaron en disputas internas o en discursos que no conectan con las dinámicas globales. Nos estamos convirtiendo en una región cacofónica inmersa en las tensiones propias de su polarización interna en diferentes países. Y mientras tanto, el mundo sigue a una velocidad cada vez más rápida y no va a parar a esperarnos.

El liderazgo de hoy no puede ser reactivo, debe ser adaptable, conectado y consciente de las complejidades del mundo moderno. Ya sea en el ámbito empresarial, político o social, los líderes que triunfen serán aquellos que sepan combinar la visión estratégica con la capacidad de generar confianza, y la disposición de aprender y cambiar constantemente.

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Posdata: la Cámara de Comercio de Cali y la de Buenaventura elegirán pronto sus nuevos presidentes ejecutivos. Que nos sirva esta reflexión para una buena elección en ambos casos por el buen devenir de nuestro Valle del Cauca. Rodeémoslas y cuidémoslas, pues son un baluarte regional.

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