Columnistas
Líderes democráticos iliberales
Si Colombia quiere avanzar debe, ante todo, proteger el sistema democrático y velar por el fortalecimiento de sus instituciones.
En su más reciente libro, Age of Revolutions, Fareed Zakaria analiza varias lecciones que las revoluciones del pasado pueden dejar para la actualidad. Según él, hay características en revoluciones como las de los Países Bajos en los años 1600, la Gloriosa de 1688 en Inglaterra, la francesa en 1789 (que para el autor fue fallida), o en la Revolución Industrial en el siglo XIX, que muestran cuál es uno de los principales riesgos a los que nos enfrentamos en el presente. De acuerdo con él, la amenaza sobre la cual debemos estar más alerta está encarnada en los líderes democráticos iliberales.
Para definir quiénes son estos líderes, el autor primero define a qué se refiere con liberalismo o liberal. Zakaria define liberalismo según la concepción clásica de la Ilustración que, de manera general, se refiere a derechos individuales y libertades dentro de un país, libertad de culto y religión, comercio abierto y economía de mercado, y cooperación internacional dentro un orden basado en reglas y marcos legales.
Zakaria resalta que hoy en día el proyecto de la democracia liberal está siendo amenazado por líderes populistas iliberales, tanto de derecha como de izquierda. Independiente del espectro ideológico, estos comparten una actitud de desdeño hacia las normas y prácticas establecidas, como la libertad de prensa, los procedimientos parlamentarios y la independencia de las instituciones. El autor nos recuerda que la democracia liberal se basa en la construcción y el respeto por las reglas, no en garantizar resultados. En estas democracias se defienden la libertad y pluralidad de expresión, en vez de darle preferencia a una sola. Buscan hacer elecciones justas y libres en vez de favorecer a un candidato y hacer leyes por consenso y negociaciones, no por decreto o por imposición.
Sin embargo, como señala Zakaria, últimamente han surgido líderes que se dicen democráticos liberales pero que, frustrados por el andamiaje institucional y procedimientos constitucionales, seguros de sus virtudes y siendo escépticos, e inclusive catalogando de enemigos a la oposición, buscan instaurar una narrativa única, imponer decisiones de política pública y manipular los procesos democráticos. Dentro de los ejemplos que da el autor están Jair Bolsonaro, por la derecha, y Andrés Manuel López Obrador, por la izquierda. Sin embargo, es inevitable encontrar estas características en el actual mandatario de los colombianos.
En numerosas ocasiones, el presidente ha afirmado que su triunfo en las elecciones presidenciales son una carta blanca para imponer sus reformas, y que quienes no están de acuerdo con sus propuestas quieren frenar el avance social del país. Este argumento falaz es característico de este tipo de líderes que Zakaria identifica. Adicionalmente, cuando periodistas o figuras de la política nacional refutan al gobierno o destapan escándalos de presunta corrupción en el sector público, salen en las redes hordas de influenciadores afines al gobierno a criticar y ensuciar la reputación de quienes los cuestionan, a buscar imponer una narrativa única. Un ejemplo reciente de esto fue lo sucedido con Juan Pablo Calvás de W Radio quien, al hacer serios cuestionamientos del manejo de Rtvc por parte del Gobierno Nacional, fue calumniado por personas afines al proyecto político de Gustavo Petro.
Ahora, es importante mencionar que en las próximas elecciones el país debe ser vigilante para no elegir a una persona de derecha con las mismas tendencias iliberales. Si Colombia quiere avanzar debe, ante todo, proteger el sistema democrático y velar por el fortalecimiento de sus instituciones. De lo contrario, el país podría verse sumida en una secuencia de líderes que buscan debilitar la democracia liberal, afectando así el desarrollo del país, sin importar su espectro político.