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Líderes efectivos

Asistí al Jardín Botánico de Cali por primera vez, y ¡oh sorpresa! Se trata de una muestra muy atractiva de nuestra flora, situada en lo que se denomina un bosque seco.

1 de febrero de 2024 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra
Alfredo Carvajal Sinisterra

Estuve en la junta del Jardín Botánico recién Celsia había decidido donar los terrenos aledaños a las dos primeras plantas Pelton de generación eléctrica de comienzos del Siglo XX, promovidas por cuatro pioneros del sector privado. Sin embargo, hablar de estos visionarios caleños no es el tema de esta columna.

La junta directiva tuvo muchos obstáculos para sacar adelante la construcción de un jardín. La inversión era cuantiosa y no se visualizaba como obtener los recursos necesarios. Durante un buen tiempo se trabajó en vano, no se lograban los resultados. Luego, no sé a quién se le ocurrió la brillante idea de trasladarle esta iniciativa a la directora del Zoológico de Cali, María Clara Domínguez, estaba teniendo un éxito inusitado en una institución de por sí mucho más compleja que un simple jardín. Alimentar y velar por la salud de un buen número de especies de animales demanda una logística y unos recursos superiores a construir y mantener un jardín público de nuestro entorno.

Asistí al Jardín Botánico de Cali por primera vez, y ¡oh sorpresa! Se trata de una muestra muy atractiva de nuestra flora, situada en lo que se denomina un bosque seco. El sendero tiene una longitud de 2 km, con plantas originales y otras sembradas hace poco tiempo. En la mitad, una estación donde se aprecia una torre espectacular, con un diseño muy singular, construida con materiales rústicos como varillas de hierro forjado utilizadas en las escaleras y varias estructuras circulares hasta llegar a la cúspide. Debe tener una vista extraordinaria de 360°. Infortunadamente, me privé de ascender y disfrutarla. Se trata de una tarea imposible para un octogenario.

Me llamó la atención el número de visitantes. Fui un jueves 4 de enero. Los senderos estaban repletos de jóvenes, personas mayores y niños, que observaban con singular atención las diversas plantas y árboles. Escuché que ojalá hubiese guías para sacarle más jugo al paseo. Hablo de paseo porque no pocos llevaban fiambre. Se trata de una diversión asequible para un numeroso público.

Al regresar y pasar por el zoológico, constaté las largas filas para entrar, y la chorrera de carros estacionados, demostración del éxito. Ambas instituciones, el jardín botánico y el zoológico hace tres décadas no existían. No estaban en el radar de los lugares para visitar en Cali. ¿Cómo ocurrió el milagro?

Pues bien. A las juntas y las autoridades municipales se les ocurrió designar a María Clara Domínguez como directora. Todo un acierto. Ella se puso a la tarea de crear unas instituciones de primer orden, y llevarlas a cabo de manera autosostenible en lo posible, para que no fuesen una rémora para el municipio.

Su desempeño ha sido extraordinario. Como siempre la labor y el mérito no es de una sola persona, se requiere un equipo, pero ante todo demanda un líder y ella es la líder. Probablemente, muchas personas no hayan escuchado su nombre, pasa inadvertida. Tiene ese don de los líderes verdaderamente exitosos, la discreción. No está en los medios, ni en las columnas de opinión, pero su éxito ha sido indudable creando y desarrollando dos instituciones que hoy son orgullo de la ciudad.

Su actitud es completamente opuesta a la de esos líderes que derrochan toda su energía en el bla, bla, bla, sin ejecutorias, identificables fácilmente. Predican, pero no practican.

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