Cannes, en casa
Los cinéfilos quedamos huérfanos cuando se canceló el Festival Internacional de Cine en la ciudad francesa de Cannes en el mes de mayo pasado.
Los cinéfilos quedamos huérfanos cuando se canceló el Festival Internacional de Cine en la ciudad francesa de Cannes en el mes de mayo pasado. Su cancelación nos arrebató un evento mayor que se había convertido en referencia obligada para saber en dónde está y a donde va la evolución del arte cinematográfico en todo el mundo. Su diversidad, sus innovaciones, su apertura a todas las ideas, su altísima exigencia de calidad, su proyección global lo abrazaba todo y nos dejó desamparados.
Por fortuna encontramos salidas en cadenas de cine que se multiplicaron y procuraron poner a nuestra disposición algunas joyas programadas en el pasado Festival de Cannes. Aprovecho para recomendar la película ‘Lovers rock’ del director Steve McQueen (‘Hunger’; ‘12 years a slave’, oscarizada) que hace parte de una de cinco episodios llamados ‘Small Axe’ y cuyo tema se enfoca sobre la suerte de los negros antillanos que emigraron a Inglaterra y las dificultades que sufrieron a su llegada.
A diferencia de los cuatro otros, ‘Lovers rock’ es desprovisto de rebeldías, odios y violencia. Al revés, es amable y esperanzador y da placer verlo. Saca su título de un género de música que nació en el seno de la comunidad negra inglesa de origen jamaicano, un reggae ‘romántico’ que se popularizó y registró enormes éxitos en los años 70 y 80 y se convirtió en su escudo para sobrevivir discriminaciones e injusticias raciales; los mantuvo conectados. Es una película corta de 68 minutos de duración que se desarrolla a lo largo de una fiesta bailable típicamente antillana en casa privada a las cual acudían los jóvenes negros (que no podían acceder a los clubes blancos), a bailar, fumar y beber, sin gastar mucho dinero. A la fiesta llegan Martha (una luminosa Amarah Joe-St.Aubyn) y Franklyn (el actor jamaicano Michael Ward), se conocen, se enamoran y bailan como todos los presentes al son del ‘Lover rock’ y sobre todo de la canción ‘Silly Games’ de Janet Kay (gran éxito en 1979) que todos conocen y cantan en coro.
Entretanto, en medio de la euforia general surgen incidentes relacionados con seguridad, amistad, lesbianismo, religión, y reflexiones sobre una cierta doble lealtad entre la cultura ‘rasta’ y la europea, etc.
Todo esto bailando al son del reggae romántico que aparentemente llevan en la sangre, muy sensual y pegajoso. Luego la fiesta se torna en un ritual desenfrenado que semeja la ‘Macumba’ brasileña o el ‘Zaar’ que conocí en Egipto para exorcizar demonios y malos espíritus. En entrevista a la cadena ABC, el director Steve McQeen explica: “La celebración -que abunda en las Antillas- es parte de nuestra resistencia y manera de mantenernos sanos”. Al final de la película, el amor triunfa y vuelve la esperanza y las ganas de seguir viviendo.
La película (y las otras de la serie) se puede ver en Amazon Prime; recalco que no es propaganda (Amazon no me necesita) sino una información útil para que -a pesar de la pandemia que nos agobia- podamos saborear parte del cine de excelencia que se da en el Festival de Cannes. Y agregar que como me gustó tanto la película me puse a ver un documental de hora y media del director Nemelite Shabaz (siempre en Amazon) filmado mucho antes sobre la raíz y el significado de la música apodada ‘Lovers rock’ que revela algunas de las celebridades que la interpretaron. Un verdadero deleite.
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A la hora de recomendar películas sugiero que no se pierdan la película colombiana ‘La defensa del dragón’, la ópera prima de la directora Natalia Santa que veo incluida en el Festival de Cine en Cali. La vi en Cannes hace tres años y me pareció fantástica. Con gran satisfacción y orgullo participé en la ovación de pie que el público le dio durante largos minutos. Vale la pena.
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