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Angelino Garzón, columnista El País
Angelino Garzón | Foto: El País

Opinión

Los seres humanos debemos tener nortes éticos

Permitir la corrupción, el despilfarro, la mentira y la violencia es contribuir a debilitar la credibilidad de las personas en las instituciones del Estado, afecta la convivencia pacífica

4 de julio de 2023 Por: Angelino Garzón

Como “es de bien nacido ser agradecido”, doy gracias al nuevo director del diario El País, Diego Martínez Lloreda, por haberme invitado a escribir una columna semanal que llamaré ‘Reflexiones Democráticas’, donde en mi opinión están implícitos los nortes éticos, nombre que inicialmente había pensado dar a la columna.

El mejor maestro es el ejemplo. Y si los seres humanos queremos enseñar con nuestro ejemplo de vida, debemos tener siempre un norte o brújula ética basado en que no todo vale en la vida.

Es preocupante, tanto en Colombia como en otras partes del mundo, la existencia de personas que llegaron a ciertos espacios de poder político y social utilizando la mentira, el odio, la violencia, la corrupción y, en muchas ocasiones, diversas modalidades de compra de votos.

Recalco que las personas que promueven intelectual y materialmente la corrupción y la violencia hacen un gran daño a los programas sociales en favor de la gente pobre lo mismo que al valor de la propiedad privada o estatal, a nivel nacional, regional o local.

Esas personas se olvidan del significativo detalle de que en la vida no todo vale. Eso es lo que explica que, por importantes que hayan sido los cargos ocupados, una vez los terminen la gente los recordará negativamente.

Y como los seres humanos somos finitos, todo el oro que han acumulado con prácticas corruptas y embusteras, no se lo podrán llevar a la tumba. La historia, que tiene pasado, presente y futuro, los recordará como un ejemplo que no debemos seguir y como una vergüenza para sus hijos, nietos y demás familiares.

Permitir la corrupción, el despilfarro, la mentira y la violencia es contribuir a debilitar la credibilidad de las personas en las instituciones del Estado, afecta la convivencia pacífica y, de paso, la imagen positiva de Colombia en el exterior.

Por eso, a las personas no las definen los rótulos o chapas políticas e ideológicas que se coloquen o los títulos que tengan y menos el oro que posean, sino los nortes éticos que hayan venido desarrollando públicamente en su vida y que están relacionados, entre otros, con la cero tolerancia a la corrupción, el despilfarro, la mentira, los odios y las desigualdades sociales.

Como el mejor maestro es el ejemplo, considero como un derecho de la ciudadanía que, con motivo de las elecciones en Colombia, locales y regionales en el 2023 y de las nacionales en el 2026, deberíamos exigirles a los gobernantes que terminan su mandato que rindan cuentas públicas sobre las acciones políticas y materiales adelantadas contra la corrupción, el despilfarro, la mentira y la violencia en su respectiva jurisdicción y para que las mismas contribuyan a prácticas transparentes de gobierno y a la construcción de un Estado con paredes de cristal.

No olvidemos que la rendición pública de cuentas es un derecho democrático de la ciudadanía y un deber de obligatorio cumplimiento de todos los servidores públicos.

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