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Mario Fernando Prado

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Los viejos verdes

Claro que hay los viejos morbosos toca nalgas, verdes no, sino verduleros que se descachan lascivamente, espetando utopías en unos ataques soñadores con obscenidades...

25 de octubre de 2024 Por: Mario Fernando Prado

Como por estos días está de moda lo verde, bueno es referirnos a los llamados viejos verdes quienes, con horrorosas excepciones, no le hacen mal a nadie y han sido satanizados vilmente como si fueran lo peor de este mundo, y no.

Se trata de ancianos venerables que soportan las inclemencias de los muchos años a cuestas y no matan ni una mosca, inclinándose algunos hacia la admiración sobre todo de jovencitas, a las que a lo sumo les sueltan un piropo coquetón y pare de contar.

Habitantes conspicuos de los parques, se pasan horas y horas en sus bancas alimentando palomas, leyendo periódicos de ayer y viendo pasar las gentes, entre quienes se destacan bellos exponentes del sexo débil -hoy cada vez más fuerte- y que en unos ataques de galanteo les propinan cualquier frase que delata sus impotencias hormonales.

Galantes y elegantes, la mayoría son respetuosos, hasta divertidos y pintorescos si se quiere, pero resignados a que no se les paren bolas cuando de sus maltrechos labios se les escapan propuestas imposibles de cumplir.

Pero claro que hay los viejos morbosos toca nalgas, verdes no, sino verduleros que se descachan lascivamente, espetando utopías en unos ataques soñadores con obscenidades que ni ellos mismos se creen y que son reprendidos y ridiculizados como bien se lo merecen.

Más no por ello, insisto, se debe generalizar metiendo a todos los de la cuarta o quinta edad en una sola bolsa, con la acusación de ser viejos verdes y solo por el hecho de que son -repito- ojialegres y cultores de la belleza femenina.

Allá ellos con sus delirios siempre y cuando no se sobrepasen y pasen a mayores solo de palabra, porque de obra ya no dan un brinco.

Ahora que tanto se habla de inclusión, qué bueno sería no seguir estigmatizando a los ancianos venerables, tratados como estorbos o muebles viejos, rezagados en áticos y sótanos cuando no recluidos contra su voluntad en lúgubres antesalas de la muerte como son algunos -no todos, aclaro- ancianatos de mala muerte.

Reivindiquemos a quienes han llegado a la edad dorada y erradiquemos ese término horroroso de ‘viejos verdes’ en el que hay una imperdonable discriminación: es que, si a eso vamos, ¿por qué entonces no hay también ‘viejas verdes’? Barájenme ese trompo en la uña.

***

Posdata 1. Esta tarde a las 5:00 p.m., en la bodega 8 de Chipichape, estaremos con María López Castaño quien ha tenido a su cargo el manejo de más de mil periodistas que están en Cali con motivo de la COP16.

Además, con cuatro niños pianistas de la Academia Musical Arboledas y con este pajarraco interpretando canciones alusivas al mar, los ríos, las montañas, las llanuras y lógicamente las flores, con regalos para los asistentes.

Posdata 2. Sigamos hablando bien de Cali.

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