Los japoneses en el Valle
Los beneficios positivos de la migración los hemos experimentado en nuestra región. Y es momento para dar las gracias a tantos japoneses que han ayudado construir muestra historia económica y social.
Vicky Perea García
20 de oct de 2019, 11:35 p. m.
Actualizado el 19 de may de 2023, 05:25 a. m.
Este año estamos conmemorando los 90 años del inicio de la diáspora procedente de Japón hacia el Valle del Cauca. Fue el puerto de Buenaventura el punto de partida de la aventura en estas tierras lejanas y novedosas, las cuales adoptaron los primeros inmigrantes japoneses como su nuevo hogar.
Este proceso surge en 1917, por iniciativa del Gobierno Japonés, cuando se crea la Compañía de Fomento de Ultramar, la cual buscaba promover la prosperidad a través de su política de emigración. Sólo tres países en Latinoamérica fueron escogidos por Japón para el establecimiento de colonias agrícolas permanentes: Brasil, Colombia y Paraguay.
Así las cosas, y posterior a varios trámites burocráticos, el 16 de noviembre de 1929 llegó al puerto de Buenaventura el barco ‘Rakuyo Maru’ con 5 familias: Emura, Kuratomi, Nakamura, Nikaido y Yoshioka. Y hasta 1935 llegaron 20 familias japonesas a la denominada ‘Colonia El Jagual’ ubicada en Corinto, Cauca. Entre los requisitos del programa figuraba uno que exigía que el cabeza de familia fuera agricultor. Allí sembraron fríjol y laboraron durante los siguientes años.
Finalizada la guerra, y luego de pasar por una detención conjuntamente con alemanes e italianos, las familias japonesas comenzaron a trasladarse a las poblaciones urbanas o a las cercanías de Santander de Quilichao, Cartago, Palmira, Florida y Miranda, en donde encontraron tierras fértiles para sembrar grandes extensiones de fríjol, maíz, sorgo y soya. La caña vendría después. Esta actividad permitió el asentamiento definitivo, y el desarrollo de la colonia que hoy conocemos. Con el éxito, pudieron viajar a Japón, rodearse de objetos decorativos japoneses en sus casas, sembrar las huertas caseras con semillas importadas de Japón y tener en sus casas jardines de estilo japonés. Todos estos elementos, que actualmente rodean la vida en Colombia de los inmigrantes y sus descendientes, han contribuido a reforzar el sentido de pertenencia al grupo étnico y cultural del cual hacen parte.
Los japoneses se caracterizan por su respeto, disciplina y paciencia, y esto los ha llevado a que la Gobernación, en varias ocasiones, los haya reconocido, por su contribución al desarrollo de la región, como inmigrantes destacados. Esto debido a la prosperidad económica que les permitió una rápida movilidad social. Su honestidad en el cumplimiento de los negocios les abrió las puertas del éxito. Hoy cuentan con sus propias asociaciones, propiciando un diálogo intercultural a través del conocimiento de sus costumbres.
Todos estos elementos, que actualmente rodean la vida en Colombia de los inmigrantes y sus descendientes, han contribuido a reforzar el sentido de pertenencia al grupo étnico y cultural del cual hacen parte. Instituciones tales como las asociaciones Colombo-Japonesas en Barranquilla, Bogotá y Cali, y en esta última la presencia de Tenri-kyo y en Palmira de Seicho no ie, también han contribuido a mantener vivas las relaciones y el contacto permanente de los familiares y amigos que comparten la ascendencia japonesa.
Los beneficios positivos de la migración los hemos experimentado en nuestra región. Y es momento para dar las gracias a tantos japoneses que han ayudado construir muestra historia económica y social. Y debe hacernos pensar en cómo encausar la migración venezolana.
* Rector Universidad Javeriana Cali
Sigue en Twitter @RectorJaveCali
Vicky Perea García
Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.
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