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Paola Guevara, columnista | Foto: El País

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Mayores de edad

Dar aplausos especiales a quienes integran el equipo de disfraces y trajes de los artistas, pues son los diseños más festivos y alegres de su historia.

22 de julio de 2024 Por: Paola Guevara

Hace meses no asistía a Delirio, que cumple 18 años y estrena un espectáculo renovado, distinto, en su mejor nivel.

Y al presenciar la sucesión de momentos y escenas, cada una mejor que la anterior hasta terminar en punta, no deja uno de recordar, reconocer y valorar el proceso que hay detrás de un empeño de este tipo, mezcla de sueño, utopía y locura.

Cómo no recordar por ejemplo el periodo de la pandemia, cuando tantos espectáculos recibieron una estocada en la nuez de su sentido: el encuentro, el intercambio, la cercanía física.

Reinventarse era la palabra de moda en aquellos años, cuando la incertidumbre y el aislamiento reinaban, una palabra que parecía inspiradora pero que portaba el bichito de la desidia estatal.

¿Cómo convertir a Delirio en algo distinto sin que pierda su esencia? Esa era la consigna: que quienes hallaban en la salsa una forma no solo de arte sino de realización profesional y económica, pudieran seguir viviendo de su pasión. Por aquellos tiempos fuimos citadas varias personas de la ciudad, para participar como una especie de jurados de reality.

Nuestra curiosa tarea consistía en escuchar las ideas y proyectos de los distintos grupos que integraban Delirio, y calificar la mejor. Recuerdo al querido Juan Mario Botero a mi lado, tan preocupado como yo por emitir un concepto responsable, mientras la maravillosa y brillante Andrea Buenaventura lideraba la batuta de todo.

De ese semillero juicioso de ideas pandémicas nació Paseo de La Aurora, que sigue vivo hasta el sol de hoy gracias a la inventiva de los bailarines y la creatividad de todo el equipo técnico, financiero y artístico de Delirio.

Se trata de un día en familia para quienes quieran disfrutar de un parque temático de la salsa, y apoyarlo es darle vida y oxígeno a estos caleños luchadores que no están dispuestos a que acabe la fiesta.

Y, como les cuento, en lugar de llenar este espacio de papel y tinta con análisis tristes de política, y para hacerles caso a los vecinos que han comentado que ando muy filosófica últimamente, preferí dedicar estas líneas a los 18 años de Delirio.

Resaltar su más reciente espectáculo de fin de mes y recomendarlo, como lo mejor que les haya visto hasta el sol de hoy. Dar aplausos especiales a quienes integran el equipo de disfraces y trajes de los artistas, pues son los diseños más festivos y alegres de su historia.

Aplausos también para los bailarines del segmento de los años 70 y 80, y a los jóvenes bailarines que aparte de salsa admiraban los pasos de John Travolta y Michael Jackson, y hoy les rinden el mejor homenaje.

Ese Thriller salsero enloquece hasta al más timorato, y me sigo preguntando cómo dominaron a la perfección la inclinación imposible de Smooth Criminal. Qué alentador que las cosas buenas de Cali prosperen, sigan existiendo en el tiempo, y cumplan la mayoría de edad dejando atrás los achaques de la adolescencia, para entrar en nuevas eras de resplandor. Bravo.

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