Tormenta en la Otan
Todo suena muy lógico, y la organización, a pesar de algunos ataques de Donald Trump en su momento, continúa como una medida de protección y estabilidad para Occidente.
Muni Jensen
10 de mar de 2023, 11:40 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 03:05 a. m.
La organización internacional más fuerte de la posguerra está enredada en el peor momento posible. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), creada en 1949 como una herramienta de defensa colectiva entre Estados Unidos y Europa después de la Segunda Guerra Mundial ha caído presa de las pruebas de fuerza de sus miembros, justo cuando son los llamados a crear un contrapeso a las aspiraciones del Kremlin en Ucrania. La idea de los doce fundadores iniciales fue unir su poderío militar ante cualquier amenaza del bloque comunista, bajo el principio de respuesta colectiva. Hoy la organización tiene 30 miembros, que deben aceptar colectivamente a los nuevos candidatos. Todo suena muy lógico, y la organización, a pesar de algunos ataques de Donald Trump en su momento, continúa como una medida de protección y estabilidad para Occidente. El grupo ha crecido con la llegada de Grecia, Turquía, Alemania, España, y los países de Europa del Este y los países Balcanes. Hoy se encuentra en un debate interno sobre la candidatura de Suecia y Finlandia, países que a primera vista no presentan controversia.
Estos dos países decidieron mantener la neutralidad y se consideraron no alineados militarmente durante 30 años. Hoy, amenazados por la agresión rusa, cambiaron de parecer y buscan unirse a la Otan.
Increíblemente, la aceptación de ambos países está patinando por la oposición de los presidentes de Turquía y Hungría. Las razones para el bloqueo son complejas y arbitrarias. El radical presidente Erdogan pide que los países nórdicos dejen de apoyar los grupos terroristas kurdos, en particular los militantes de PKK. Quiere vetar a Suecia por un episodio de incendio del Corán, y la falta de respuesta de las autoridades. Sin embargo, los argumentos turcos son más políticos que de fondo, ya que el presidente turco enfrenta elecciones en las cuales quiere aparecer fuerte contra el PKK, en un país donde la mayoría de sus votantes se oponen a la entrada de Suecia. Erdogan está aprovechando el momento electoral para mostrarse fuerte y extraer promesas de Suecia y Finlandia de apoyar su lucha contra los kurdos a cambio del voto a favor. La delegación húngara da muestras de apoyo a ambos países, pero ha decidido tomarse el tiempo para la aprobación para castigar las críticas de los escandinavos al gobierno de Orban.
Hoy el camino para Finlandia está más claro que el de Suecia, que no quiere negociar con lo que llaman un “dictador antidemocrático”. Por la oposición de los dos hombres duros, la entrada de estos dos candidatos tardará más de lo esperado, mientras las partes (Finlandia, Suecia y Turquía) intentan redactar un memorando tripartito. Este impasse es un campanazo para los otros países que están en fila, como Ucrania y Georgia. En el fondo, también se debilita la unión al dejar que las decisiones se enturbian y la percepción de unión se fragmente por razones políticas. Los Estados Unidos y otros aliados están perdiendo la paciencia con un autócrata y sus jugadas electorales, que se crece frenando la entrada de países amigos. La incomodidad ha llegado al punto de crear cuestionamientos entre los miembros sobre la permanencia de Turquía dada la oposición arbitraria y los conocidos lazos entre Erdogan y Putin. Lo complicado es que la Otan no tiene un protocolo de expulsión y algunos piensan que es mejor tener a Turquía adentro que afuera.
La política global está revuelta desde la invasión de Ucrania. Mientras los chinos se acercan a Rusia, el bloque de Occidente está enfrascado en disputas políticas. Estados Unidos, por mejores intenciones que tenga, carece del músculo para ser la voz cantante de la Otan. Hoy pesan más los países de Europa del Este, que presionan a favor de enviar más armas y apoyo a Ucrania, que los más grandes, que tienen compromisos energéticos con Rusia. Cada tropiezo o muestra de debilidad favorece a Putin y alimenta sus macabras aspiraciones de expansión.
Muni Jensen
Caleña. Graduada del Colegio Bolívar. Politóloga de Trinity College con Maestría en Estudios Latinoamericanos de Georgetown. Analista política y asesora para América Latina de Albright Stonebridge Group. Trabajó en Proexport en Bogotá y en la Cámara de Comercio de Cali. Fue subdirectora de la Oficina Comercial de Washington y jefe de prensa de la Embajada de Colombia en Washington.
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