Columnistas
¿Muy difícil de entender?
Asesino, secuestrador, terrorista, narcotraficante, extorsionista, ladrón y reclutador de menores; un abrebocas del prontuario de quien desafió con violencia al Estado.

Cómo pedirle a un joven que acate y respete la ley cuando la enseñanza que recibe de parte de quienes deberían dar ejemplo con sus actos es todo lo contrario. Cuando una autoridad judicial es complaciente con el delito y un gobierno elogia a un criminal. Cómo esperar que la Policía y de las Fuerzas Militares cumplan su deber de perseguir al ladrón y combatir a quienes se alzan en armas contra el Estado, si su lucha es en vano.
Manuel Marulanda murió de viejo en la selva cuando ha debido morir de un tiro de fusil en combate con las fuerzas del orden o una celda estrecha de máxima seguridad, aislado y olvidado con grilletes de pies a cabeza. Mucho daño le hizo al país, a los colombianos. Asesino, secuestrador, terrorista, narcotraficante, extorsionista, ladrón y reclutador de menores; un abrebocas del prontuario de quien desafió con violencia al Estado.
Es a él a quien el Gobierno Nacional, a través de Rtvc, el canal público institucional del Estado, le rindió homenaje transcurridos 17 años de su fallecimiento. En primera línea estaba la senadora Sandra Ramírez, una de sus parejas sentimentales, quien con el periodista del programa se explayaron en elogios y calificativos sobre la ‘ternura’ del asesino, que le hablaba a un pajarito, al que seguro trataba mejor que a los secuestrados.
Mientras eso pasaba, un juez de garantías dejaba en libertad a nueve de trece capturados por la Policía señalados del hurto sistemático y organizado de relojes, joyas y objetos de valor. ‘Los Relojeros’, así se le conoce a la estructura criminal de la que harían parte unas 20 personas responsables de al menos 16 hechos delictivos, intimidatorios y con violencia, en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga y Pereira.
Diez meses de inteligencia policial y seguimiento, a la basura. Tiempo desentrañando el modus operandi de la banda, el perfilamiento de sus víctimas en aeropuertos, centros comerciales y zonas de restaurantes, y de las motocicletas, vehículos y armas de fuego, para nada. En un país sitiado por la inseguridad, donde el crimen organizado se pasea a sus anchas pese al esfuerzo, a veces incomprendido, de las autoridades para contrarrestar el delito.
¿Qué tienen en común el homenaje oficial al exguerrillero y la decisión de un juez de garantías de dejar en libertad a la mayoría de integrantes de una organización delictiva? Elogiar la memoria de un criminal y dejar en libertad a criminales son maneras distintas de reverenciar el delito. El mensaje a la sociedad es uno: que el crimen paga bien porque se honra a quien fue un asesino o porque no hay consecuencias para quienes delinquen.
En el caso de Rtvc correspondería a la Procuraduría y a la Fiscalía actuar; el homenaje no encaja en los contenidos de educación, cultura, deporte, ciencia y entretenimiento que son los permitidos a ese canal, y la apología al delito está consagrada en el Código Penal. Y en el caso de los criminales dejados en libertad, con el respeto que merece la Justicia, el juez le debe una explicación al país, sin perjuicio de ser también investigado.
La base de la convivencia es un acuerdo, un contrato, de lo que es permitido y lo que no, tener claro qué está bien y qué está mal, para lo cual se definen normas e instituciones responsables de su cumplimiento. Esa premisa social se rompió. No de ahora, pero se ha exacerbado. A los criminales no se les homenajea y los delincuentes van a la cárcel. ¿Muy difícil de entender? Basta con el relativismo moral en aras de la reconciliación y la condescendencia con criminales. Sin ley no hay libertad, ni democracia. No hay nada.
Regístrate gratis al boletín de noticias El País
Te puede gustar