Columnistas
No valoran el deporte
Todo esto lleva a pensar que, en Colombia, lastimosamente, no hemos podido aprovechar todo el talento que tienen nuestros deportistas para poder cambiar parte de nuestra habitual y dolorosa realidad.
Nelson Mandela, el recordado expresidente de Sudáfrica, dijo una vez que los deportes tiene el poder de cambiar el mundo. Textualmente, mencionó que “Unen a la gente de una forma que pocas cosas lo hacen. Le hablan a la juventud en un idioma que entienden. Los deportes crean esperanza donde antes había solo desesperación”.
Lo llamativo de Mandela es que sus frases y su legado no se quedaron en palabras sueltas, como suele ocurrir con el 99 % de los políticos. Este recordado pensador vio el deporte como una estrategia para unir a una sociedad sudafricana polarizada por el Apartheid, un terrible sistema de segregación racial. Y lo hizo utilizando como vehículo al equipo de rugby que se coronó campeón del Mundial de 1995 organizado en su país. Los hechos se relatan en la espectacular película ‘Invictus’, protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon.
Todo esto lleva a pensar que, en Colombia, lastimosamente, no hemos podido aprovechar todo el talento que tienen nuestros deportistas para poder cambiar parte de nuestra habitual y dolorosa realidad. No nos metamos cuentos, aquí los políticos ven el deporte más como una posibilidad de darse brillo y posar en la foto cuando un deportista ocasionalmente obtiene algo importante, que como una manera de impulsar el cambio social.
O cómo se explica uno tantas injusticias: que una deportista que quedó cuarta en BMX Freestyle en los Juegos Olímpicos no haya tenido una pista decente para entrenar, que algunos atletas tengan que formarse en medio de la violencia y que otros tantos necesiten sí o sí ganar una medalla para ser visibles y poder cumplir el sueño de tener una casa propia, como lo expresó el pesista Yeison López, una verdadera ‘máquina’ de la superación.
Aunque suene a lugar común, en realidad es increíble ver cómo quienes han tenido las riendas de este país han subestimado tanto el deporte. Si con tantas carencias se han logrado algunos resultados históricos, ¿cómo sería si en verdad hubiera una política sólida que les brinde a los atletas todas las garantías que se merecen?
Pero para eso hay que ver un poco más allá. En la historia somos el único país que rechazó ser sede de un Mundial de Fútbol (1986), de una Copa América (2021) y que perdió de forma insólita la organización de los Juegos Panamericanos del 2028 por la terrible negligencia del Ministerio del Deporte de este Gobierno.
Si seguimos volteándole el rostro a esta fuerza transformadora de vidas llamada deporte, será muy difícil aprovechar el biotipo inigualable de nuestros deportistas, y su mentalidad de lucha, porque si algo caracteriza a esta sociedad, es su voluntad de salir adelante a pesar de las adversidades. De no cambiar esto, seguiremos alegrándonos con esos triunfos esporádicos que la sociedad olvida a los pocos días.
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