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Aura Lucía Mera

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Nos da rabia

Es el detonante trágico del maltrato que sufren residentes de clínicas universitarias, donde les sacan el jugo y los convierten en robots deshumanizados...

23 de julio de 2024 Por: Aura Lucía Mera

Para las declaraciones de Petro en la Plaza de Bolívar de Bogotá, afirmando que: “Les da rabia el color de mi piel, les da rabia que hubiera estudiado en una escuela pública”, me robo algunos párrafos de la respuesta de Roberto Mazzini:

“No presidente, no nos da rabia ni el color de su piel ni que haya estudiado en escuela pública. Nos da rabia su incapacidad de construir consensos, el incumplimiento a sus citas, que como Senador vivió años del erario público sin radicar un solo proyecto de ley, que no sepa administrar la política pública, que se victimice como presidente en vez de solucionar los problemas del país, que se haga el tonto con los escándalos de corrupción de su gobierno, que nombre funcionarios incompetentes para sus cargos, que los grupos ilegales se estén tomando el país”.

Me adhiero (como afirma Ramón Fayad cuando está de acuerdo con algo). Siempre objetivo y sabio. Me adhiero a este sentimiento, y sumo la impotencia de no poder hacer nada al respecto. Ver, ser testigo de cómo se desgrana la Patria y La Matria. Toca repetir mil veces la oración de la serenidad, “para aceptar las cosas que no puedo cambiar”.

Añadiría que siento rabia de ver su prepotencia (que no es más que complejo de inferioridad disfrazado) y también un poco de pánico de su mirada torva del movimiento compulsivo de sus manitos regordetas, la sonrisa sarcástica que es una mueca retadora. En fin, y por qué no, también siento una gran tristeza de ver cómo se les escurre de sus manos la gran oportunidad que Colombia le dio para trabajar en un cambio de forma responsable y cuerda.

Cambio de rabia. El suicidio de una estudiante de medicina en la Universidad Javeriana provocado por la presión, maltrato, tiranía de sus profesores tiene que ser investigado hasta sus últimas consecuencias.

Es el detonante trágico del maltrato que sufren residentes de clínicas universitarias, donde les sacan el jugo y los convierten en robots deshumanizados, donde el ‘paciente’ es un número o un caso y el cirujano es el dios inaccesible y tirano. Aumenta esta especie fría y sin corazón, ayudados de las últimas tecnologías. Pobre de los seres que caen en sus garras. Se convierten en trozos de carne y hueso pare de contar.

El famoso juramento de Hipócrates se convirtió en hipocresía. La medicina cada vez se aleja más del ser humano, con honrosas excepciones. Lo demás es facturación y negocio. Sé por qué lo digo, soy una afortunada al tener profesionales humanos y adorables encargados de mis órganos y huesos. Dios me libre de los ‘otros’.

Rabia por los desmanes salvajes de colombianos en una final de fútbol en un país extranjero, vergüenza mundial.

La rabia, el descontento, la polarizaron demencial, la demagogia y la corrupción crecen, crecen y crecen. Las mentiras también, ya cumplimos más de doscientos años de odios y sangre y no nos basta, sigue la ola gigante. ¿Podremos algún día ser un país normal? No pierdo la esperanza, pero lo veo lejano. Seguimos navegando en aguas turbulentas y nubarrones oscuros, sin timonel. Al garete.

Ojalá fuera la nave de los locos, estamos en la nave de la incompetencia. Ojalá podamos sobre aguar, que llegue un líder que se asome, un estadista, que aparezcan políticos honestos. Colombia puede. No nos dejemos chupar por esta noria inmunda. Hagamos un esfuerzo por componer el caminado, siempre existe una luz al final. Es cuestión de dirigirse a ella, abrir los ojos y el corazón.

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